31 oct 2020

LA IGLESIA NOS INVITA A ASPIRAR A LA SANTIDAD

Este es el significado de la solemnidad de Todos los Santos: al contemplar el luminoso ejemplo de los santos, suscitar en nosotros el gran deseo de ser como los santos, felices por vivir cerca de Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir cerca de Dios, vivir en su familia.

Esta es la vocación de todos nosotros, reafirmada con vigor por el concilio Vaticano II, y que hoy se vuelve a proponer de modo solemne a nuestra atención.

Pero, ¿cómo podemos llegar a ser santos, amigos de Dios? A esta pregunta se puede responder ante todo de forma negativa: para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. Luego viene la respuesta positiva: es necesario, ante todo, escuchar a Jesús y seguirlo sin desalentarse ante las dificultades. "Si alguno me quiere servir ―nos exhorta―, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará" (Jn 12, 26).

(Benedicto XVI)


              Para muchas personas la fiesta de Todos los Santos es solamente la conmemoración de sus difuntos, conmemoración del día en que se recuerdan los rostros conocidos y amados de las personas que un día vivieron junto a nosotros y ahora ya no están.

                      Pero para los creyentes este día, no es tan sólo el recuerdo de los seres cuyos nombres están grabados en las lápidas de un cementerio al que vamos a poner unas flores y  a rezar una oración. La fiesta de Todos los Santos no es la fiesta de los “muertos”, sino la fiesta de los “vivos”. No es un día de tristeza, sino un día para expresar la inmensa esperanza que nos habita. Sin el culto a los santos y la celebración de nuestros difuntos, nuestra tierra no sería más que un lugar solitario, sin esperanza ni horizontes.

                      Celebrar a los santos y a nuestros difuntos es recordar esos rostros de nuestros seres queridos a los que el amor ha transfigurado, porque amar es resucitar, porque el Amor es Vida. Día tras día hay que ir modelando el rostro de nuestra eternidad porque sólo el amor personaliza y humaniza al ser humano. Sólo el amor diviniza al ser humano. Existen esas grandes figuras, que el Espíritu ha suscitado y sigue suscitando para alumbrarnos el camino; padres e hijos, hermanos y hermanas, amigos y conocidos que han sido testigos para nosotros de la misericordia y la ternura creadora de Dios.

                     Es importante en este día detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios ha querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.

                                                                                                                        + Manuel Folgar.

Evangelio día 1: Domingo de Todos los Santos -Ciclo A

 Evangelio por Odres Nuevos

La ley del AMOR no pesa ni aplasta… libera

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?»

Él le dijo: «”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola
Mt (5,1-12)

LA FELICIDAD DE JESÚS

No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?

Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.

En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.

No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.

Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.

Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».

La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».

30 oct 2020

CATEQUIZIS-¿QUÉ HACER DESPUÉS DE LA PRIMERA COMUNIÓN? | Juan Manuel Cotelo

 

La Primera Comunión sólo es el primer plato. ¡No te pierdas el postre!

Amarás a Dios sobre todas las cosas


 He aquí una formulación complicada. Si a cada uno de nosotros nos preguntan ¿qué es lo que más quieres en este mundo? Más aún, si nos preguntan, ¿a quién amas más? Es posible que la primera respuesta no fuera «Dios».

Tal vez los padres hablarían de sus hijos. O alguien muy enamorado pensaría inmediatamente en su pareja. ¿Cuántas veces hemos oído a alguien expresar que su padre o su madre es lo que más quiere en este mundo? Es posible, también, que quien vive vocacionalmente alguna dimensión de la vida piense que eso es irrenunciable, que esa es su verdadera pasión y está por encima de todo lo demás –imagina un científico consagrado a una causa, un deportista en el momento cumbre de su carrera, un escritor que no concibe su vida sin las palabras–.

Amar a Dios sobre todas las cosas no significa amar solo a Dios o amarlo más (porque hay realidades, y sobre todo personas, a quienes amas con todo tu ser, y no crees que puedas amar más que eso). Quizás significa amarlo en todas. O que allá donde amas de verdad puedas aprender a descubrir el reflejo del Dios que es amor.

Es aprender a descubrir cómo, en muchas dimensiones de nuestra vida, el amor inmediato es solo un camino hacia el Dios que es principio y fundamento. Amar a los hijos es amar a Dios (que es Padre, y Madre, y nos enseña en ellos la gratuidad). Amar a los amigos es amar a Dios (que es relación y nos llama a no vivir encerrados en burbujas de egoísmo). Amar la propia vocación es amar a Dios (creador que nos ha dado tantas posibilidades de contribuir, con nuestros talentos, a continuar su obra). Amar a tu pareja incondicionalmente es amar a Dios (el que nos enseña el valor de la alianza, de la fidelidad y del compromiso).

¿Hay amores estériles en los que no está Dios? Puede haberlos. El amor al propio ego cuando está desquiciado y desmesurado. O a bienes que, entendidos como valores absolutos, solo se convierten en prisión (ya sea el dinero, la imagen, el poder, el éxito u otros). A esos los llamamos ídolos.

Una cuestión más. ¿Se puede amar a Dios directamente? Sí. En la medida que su Palabra se convierte en voz que me remite a Él. En Jesús, que nos ha mostrado el rostro más comprensible de Dios para nosotros. Y en un espíritu que a veces nos llena de gozo, de calma o de esperanza.

José María Rodríguez Olaizola, sj


El valor de la ecología

 

El valor que encuentra en la protección del medio ambiente una forma de servir a los demás.

Es el valor que nos hace considerar y actuar en favor de la protección del medio ambiente, los recursos naturales y toda forma de vida, incluyendo la propia.

Pensar en la naturaleza y la cultura ecológica tan de moda en estos tiempos, nos ubica en una situación un tanto incierta. Por una parte, vienen a nuestra mente los grupos “verdes” con iniciativas de todo tipo: la protección de las especies, el medio ambiente y los recursos naturales, donde son muchos los que participan y se comprometen, pero adquieren un matiz de exageración a los ojos de los demás: para la inmensa mayoría de las personas, luchar por la protección de las ballenas tiene poco sentido, sobre todo si en el lugar donde vive se encuentra alejado del mar.

Al mismo tiempo surge la pregunta: ¿Qué tengo que ver yo con la ecología? Pese a las campañas y la abundancia de carteles, ese sentido de la distancia y no pertenencia a un medio ambiente determinado, nos hace seguir inmersos en nuestras ocupaciones, sin darnos el tiempo necesario para pensar seriamente en la importancia de vivir este valor tan necesario en nuestros días.

Para despertar en nosotros una conciencia ecológica, hace falta reflexionar profundamente sobre el sentido que tiene toda forma de vida para nosotros, y en primer instancia, la nuestra.

Los cuidados que requiere nuestra persona son bastante conocidos: adecuada alimentación, el debido descanso, hacer un poco de ejercicio, prevenir las enfermedades y tratarlas oportunamente, trasnochar lo menos posible, alejarse de los vicios, trabajar con orden, etc., sin embargo, el descuido voluntario de estos y otros aspectos igualmente importantes, necesariamente afecta nuestra salud, por eso, es imposible pensar en preocuparse de lo que ocurre en el exterior, cuando somos incapaces de cuidarnos a nosotros mismos.

Si además del descuido personal, agregamos una falta de voluntad para realizar acciones concretas, podemos formarnos una idea más clara de nuestra conducta. Por ejemplo, no es raro que el “clasificar la basura” nos provoque cierta pereza, sobre todo si ya existe quien lo haga. Recoger envolturas, papeles y residuos de comida para depositarlos en su lugar o limpiar líquidos derramados, deberían ser actitudes que reflejen nuestros hábitos y costumbres .

Ahora podemos darnos cuenta, que el cuidado de nuestra persona y mejorar cualitativamente nuestros hábitos, nos llevará a conservar nuestro entorno inmediato en óptimas condiciones, y de esta manera, comprender en toda su extensión las grandes y pequeñas iniciativas ecológicas.

Para muchos, es inexplicable la preocupación de algunas personas por su medio geográfico, calificando de exagerado el reporte del noticiero sobre la gravedad de un incendio, un derrame de petróleo en el mar o la contaminación de un río, pero es difícil juzgar y comprender esta situación si vivimos en otro espacio. Para quienes su vida se desarrolla y depende del mar, el bosque, el río o el campo, constituye un centro vital para su existencia, por eso lo considera como propio y parte de su responsabilidad.

Tal vez esa es la clave y fundamento de este valor: considerar como propio todo lo que nos rodea. Así como tenemos especial cuidado por conservar nuestro hogar limpio, de igual manera deberíamos hacerlo en la calle, la oficina, los lugares de esparcimiento… tomando las precauciones y medidas necesarias para cada caso, en vez de quejarnos del deficiente servicio público de limpieza o la falta de conciencia de los conciudadanos. Una vez más, nuestro ejemplo constituye el punto fundamental para la transmisión de los valores.

¿Cuál es el resultado de la conciencia de este valor? Primeramente la solidaridad que debemos a nuestros semejantes, tal vez no está en nuestras posibilidad acudir al sitio de una catástrofe, pero si podemos contribuir en la protección de nuestra comunidad; paralelamente surge el respeto por las personas y la naturaleza, que son inseparables y dependientes entre sí. Dicho de otra forma, representa el compromiso personal por servir a los demás, procurando espacios limpios que faciliten un modo de vida digno para todos.

Para vivir este valor desde tu situación personal y de acuerdo a tus posibilidades, puedes comenzar por:

Cuida tu salud prudentemente y sin caer en exageraciones. Tan delicada es una dieta rigurosa, como el exceso en la comida, por ejemplo.

– Refuerza tus hábitos personales de orden y limpieza, en tu hogar, oficina, lugares que frecuentas y hasta en las calles. No es lo mismo arrojar un papel y que caiga a un lado del cesto, que depositarlo dentro.

– Respeta las normas de cuidado ambiental de todo lugar (área de fumadores, depositar basura, no dar alimento a los animales del zoológico, no encender fuego, etc.).

– Acostúmbrate a reportar las deficiencias del servicio público de limpieza y las anomalías que surgen por la falta de conciencia de personas, empresas o instituciones.

– Infórmate sobre los aspectos fundamentales de la cultura ecológica, aplicando lo que haga falta en tu hogar y comunidad. Seguramente encontrarás a otras personas que apoyen tus iniciativas.

– Promueve alguna campaña ecológica sencilla en la escuela de tus hijos. Si eres estudiante, con mayor razón.

– Reflexiona en esta idea: Mi entorno va más allá de las paredes de mi casa, la escuela y la oficina.

Quien vive este valor en la medida de sus posibilidades y con acciones concretas, demuestra un serio compromiso por el bienestar de sus semejantes, con quienes se solidariza para realizar una labor más efectiva, pues su actitud no depende de la moda o el fanatismo, sino por la firme determinación de mejorar el mundo en el que vivimos.

https://encuentra.com/valores_explicados/ecologia

24 oct 2020

Evangelio día 25: Domingo XXXdel Tiempo Ordinario - Ciclo A

Amar a Dios con todas mis fuerzas y querer a los demás como me quiero a mí mismo.

 Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (22,34-40)

NO OLVIDAR LO ESENCIAL

No era fácil para los contemporáneos de Jesús tener una visión clara de lo que constituía el núcleo de su religión. La gente sencilla se sentía perdida. Los escribas hablaban de seiscientos trece mandamientos contenidos en la ley. ¿Cómo orientarse en una red tan complicada de preceptos y prohibiciones? En algún momento, el planteamiento llegó hasta Jesús: ¿qué es lo más importante y decisivo? ¿Cuál es el mandamiento principal, el que puede dar sentido a los demás?

Jesús no se lo pensó dos veces y respondió recordando unas palabras que todos los judíos varones repetían diariamente al comienzo y al final del día: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Él mismo había pronunciado aquella mañana estas palabras. A él le ayudaban a vivir centrado en Dios. Esto era lo primero para él.

Enseguida añadió algo que nadie le había preguntado: «El segundo mandato es: amarás a tu prójimo como a ti mismo». Nada hay más importante que estos dos mandamientos. Para Jesús son inseparables. No se puede amar a Dios y desentenderse del vecino.

A nosotros se nos ocurren muchas preguntas. ¿Qué es amar a Dios? ¿Cómo se puede amar a alguien a quien no es posible siquiera ver? Al hablar del amor a Dios, los hebreos no pensaban en los sentimientos que pueden nacer en nuestro corazón. La fe en Dios no consiste en un «estado de ánimo». Amar a Dios es sencillamente centrar la vida en él para vivirlo todo desde su voluntad.

Por eso añade Jesús el segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir olvidado de gente que sufre y a la que Dios ama tanto. No hay un «espacio sagrado» en el que podamos «entendernos» a solas con Dios, de espaldas a los demás. Un amor a Dios que olvida a sus hijos e hijas es una gran mentira.

La religión cristiana les resulta hoy a no pocos complicada y difícil de entender. Probablemente necesitamos en la Iglesia un proceso de concentración en lo esencial para desprendernos de añadidos secundarios y quedarnos con lo importante: amar a Dios con todas mis fuerzas y querer a los demás como me quiero a mí mismo.

23 oct 2020

Entrelazados

 

https://pastoralsj.org/

Uno de los principios de la Mecánica Cuántica es el entrelazamiento. Este viene a decir que «los objetos cuánticos pueden afectarse mutuamente de manera instantánea a través de distancias enormes». Esto significa que, si yo altero alguna característica de un electrón aquí, automáticamente otro electrón situado a una distancia considerable se verá afectado por esta alteración, alterándose (valga la redundancia) a sí mismo. Algo así como eso que llamamos «efecto mariposa».

Nos puede parecer más ciencia-ficción que otra cosa, pero ciertamente es así y está demostrado científicamente. De todas maneras, no creo que resulte difícil de creer, pues a otros niveles no científicos eso ocurre. ¿O acaso no has notado que, si tú cambias tu percepción de las cosas a una postura más amable, todo a tu alrededor se torna más bonito, más esperanzador? ¿No notas que, cuando piensas en positivo, lo positivo te rodea? Y también, al contrario: si uno va con el nubarrón del mal rollo encima (como en los dibujos animados), realmente todo lo que percibe, vive y procesa en su interior va en consonancia con el dolor o el enfado que lleva a cuestas.

Para mí esto del entrelazamiento tiene mucho que ver con el poder de la oración. Rezar no es solo hablar con Quien sabemos que está ahí, esperándonos y escuchándonos (¡y eso ya es mucho!). Rezar también es un acto de parar y hacer silencio, ahondar en uno mismo y en el misterio de la vida, sabiéndonos acompañado y guiados por Aquel que nos ha tendido la mano para ello. Rezar es una manera de extender nuestras raíces a todo aquello que acontece a nuestro alrededor, sentir el mundo, hacernos conscientes de ello y confrontarlo con nosotros mismos. Cuando uno reza, siente una expansión de la mente y el corazón, abriéndose a un misterio que está presente pero que requiere de nuestra disposición, silencio y apertura para percibirlo. Es entonces cuando ocurre la conexión: nos sentimos parte activa y viva de un todo mucho más grande que nosotros, del que tenemos la responsabilidad de cuidar.

Creo firmemente que quien reza, no reza solo para sí. Algo ocurre en sí mismo que trasciende, que altera para bien el entorno de una manera sutil pero efectiva, en el silencio de la rutina y el ronroneo de las horas al pasar. No se trata de algo espectacular, tipo apertura del Mar Rojo (como muchos esperamos que ocurra cuando rezamos o, mejor dicho, cuando pedimos en la oración). Es algo más progresivo, más sereno, más suave, porque ocurre gracias a la confianza en Dios, que sabe qué hacer con lo que le hablamos y pensamos junto a Él, sin dejar de contar con nuestra colaboración y nuestra humanidad.

Recuerdo unas palabras de Fernando Savater acerca del placer de la lectura que terminaban diciendo: «Salir de la angustia leyendo, volver a ella por la misma puerta. En cosas así consiste la perdición de la lectura. Quien la probó, lo sabe». Aplíquese esto también a la oración.

Almudena Colorado.

HAUSER: Ave María

 

La lucidez de una niña hablando del uso de las mascarillas

 


La lucidez de una niña explicando la importancia del uso de las mascarillas se viralizó en toda España. Ella estaba siendo entrevistada por un medio valenciano, debido al regreso a las aulas en este país. "Es un poquito peor porque no puedes respirar del todo pero no pasa nada, es mejor eso que morirse", sorprendió la pequeña. De inmediato, miles de cibernautas viralizaron y aplaudieron las palabras de la niña.

Día Mundial de Acción para la Supervivencia Infantil

 


Save the Children organiza el 23 de octubre el Día Mundial de Acción para la Supervivencia Infantil. El objetivo es detener la mortalidad de niños menores de 5 años y madres, por causas que se pueden prevenir, como la neumonía, la diarrea, las complicaciones derivadas durante el parto o la desnutrición.

Mejorar la nutrición y la salud, asegurar el acceso a agua potable y saneamiento, y promover hábitos saludables logran prevenir y tratar las principales causas de mortalidad infantil ofreciendo a todos los niños la oportunidad de crecer sanos y desarrollarse plenamente.

África Subsahariana es el lugar con mayor índice de mortalidad en el mundoUno de cada 12 niños muere antes de los cinco años de edad.

Desde 1.990 se han hecho grandes esfuerzos en reducir esta mortalidad, pero aún no es suficiente. Los recursos sencillos que se han utilizado incluyen:

  • Atención especializada en la etapa prenatal, durante el parto y en la etapa postnatal.
  • La lactancia materna.
  • La inmunización.
  • Mosquiteras.
  • Agua y saneamiento.
  • Terapia de rehidratación oral para combatir la diarrea.
  • Antibióticos para la neumonía.
  • Suplementos nutricionales y alimentos terapéuticos.

20 oct 2020

Tucho Sineiro: el legado de un pastor según el corazón de Cristo

 



http://www.pastoralsantiago.org/

Tucho Sineiro

A lo largo de su vida sacerdotal Tucho Sineiro pasó sembrando semillas de Evangelio en cada corazón que se encontraba en su camino. Siempre desde el respeto a la libertad de los otros y con la autoexigencia de una vida personal en coherencia con los valores y actitudes del mensaje cristiano.

Su vida personal y su acción pastoral encontraban su fuente en la Palabra de Dios, en el Catecismo de la Iglesia Católica, en las enseñanzas de la Iglesia, y en el ejemplo y la vida de los santos.

Para Tucho la Liturgia es fuente de vida y así lo transmitía a su comunidad parroquial: “La liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia, y al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza” (C.I.C. 1074). De ahí su celo permanente para que la participación de los fieles fuese “consciente, activa y fructífera.

Todas y cada una de las acciones litúrgicas preparadas con mimo y esmero, cuidando del más mínimo detalle para que fuesen celebradas y vividas con la mayor dignidad posible y así brillase la gloria de Dios en medio de su Pueblo.

El gran legado catequético que ha dejado Tucho es a día de hoy la base de la acción catequética que sigue viva en las diócesis de Galicia y en otras diócesis de España.

Como sacerdote su prioridad era transmitir la fe a través de la catequesis. Para él era una convicción personal la enseñanza de Juan Pablo II acerca del objetivo de la catequesis: “los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que por la fe, tengan vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo” (C.T. 1,2)

Las palabras de San Pablo, “si no tengo caridad no soy nada” y haga lo que haga de nada me sirve eran el medio natural en el que Tucho vivía y el espíritu con el que actuaba y procedía en todo.En su vida se dejaba traslucir la convición de un principio firme e inamovible: “Que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como “otro yo”, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente” (GS 27,1)

Sus esfuerzos y su entrega a la causa de la fraternidad cristiana fueron una constante en su vida. Un luchador incansable en aras de la fraternidad sacerdotal, en aras de la exigencias de la fraternidad entre todos los miembros de la comunidad parroquial.

Experto en tender puentes, con una capacidad de acogida inmensa como fruto de su vida eucarística, una sencillez cautivadora y atrayente que nacía de la contemplación de Maria, la Sierva del Señor.

Damos gracias a Dios por su legado humano y espiritual.

Manuel Folgar

17 oct 2020

Evangelio día 18: Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

 


Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas:
¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario.
Él les preguntó:
«De quién son esta imagen y esta inscripción?».
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».



Comentario por José Ruiz Córdoba

A DIOS ¿QUE LE DAMOS?

Las palabras de Jesús incomodan a los fariseos, les interpela, les resultan amenazantes. Ellos deciden defenderse atacando. Van a Jesús con una serie de preguntas comprometedoras. Una de ellas es la del evangelio de este domingo. Pagar el impuesto al César era el mayor signo de la dominación que el Imperio ejercía. Unos, como los herodianos, estaban a favor. Otros en contra, como los revolucionarios y, en parte, los fariseos. Ambas facciones se presentan a preguntarle: ¿pagar o no pagar? Jesús se percata de su mala voluntad y de lo comprometido de la pregunta. Decir que hay que pagar lo sitúa como impío; decir que no, lo pone en una situación arriesgada frente a los romanos. Pero de forma inteligente acepta el reto. Responde, pero en un nivel más profundo. Lo realmente importante no es a quién pagar impuestos, sino a quién reconocemos como verdadero y único Señor. La moneda donde está la imagen del César se la podemos dar al César; pero, a Dios, ¿qué le damos?

Ésa es la pregunta que podríamos hacernos este domingo: “A Dios, ¿qué le damos?”. El César era un dominador porque exigía lo que no era suyo. La entrega a Dios es liberadora porque damos lo que tenemos consciencia que, previamente, hemos recibido. Sólo el que tiene experiencia de un Dios que se da con desmesura, se entregará desmesuradamente. Sin esta experiencia pasaremos nuestra existencia entregándole nuestras baratijas y monedillas sueltas.

16 oct 2020

10 minutos con Jesús ( canal para orar)

 


Vídeo explicativo realizado para el portal 10minutosconjesus.org Únete en la web para recibir la meditación cada mañana por WhatsApp o, si lo prefieres, únete al canal de Telegram.

Pronto volvemos a la Catequesis


 Queridos amigos catequistas:
A partir de este domingo comenzamos el período de inscripción de la catequesis. Habrá que hacerlo conforme a las hojas oficiales de inscripción de la diócesis por todos los motivos legales y sanitarios del momento presente.
Es de vital importancia que dos catequistas asistan a la reunión que ha programado el Señor Arzobispo para EL JUEVES DÍA 22 A LAS 8.15 DE LA TARDE EN EL COLEGIO DE LOS SALESIANOS EN CAMBADOS.
Es una reunión con representantes de los catequistas de los arciprestazgos de Arosa, Salnés y Caldas.
En dicho encuentro se informará de todas las medidas legales que debemos tomar para poder poner en marcha la catequesis. Por lo tanto algo de vital importancia.
Sólo a partir de ahí podremos dar comienzo al curso de catequesis.
Siempre a vuestra disposición.
+ Manuel Folgar Otero

Carpe Diem





“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo
extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías, sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y es oasis.

Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar,
porque sólo en sueños puede ser libre el Hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes, huye…
“Emito mis alaridos por los tejados
de este mundo”, dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
No traiciones tus creencias.
porque no podemos remar en contra de nosotros mismos:
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “Poetas Muertos”,
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “Poetas Vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti
sin que la vivas …”

Carpe Diem – Walt Whitman