6 dic 2015

Tener y dar

Artículo publicado en el diario “Las Provincias” del domingo 6 de diciembre del 2015 por Higinio Marín, Profesor de Filosofía de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia.


Si se piensa bien se verá que el paro reduce las personas a una pobreza más crítica aunque menos urgente que la de no tener: no poder dar. No se trata de la penosa obviedad de que quien carece de lo necesario malamente podrá dar a otros. Sino de que el paro reduce a las personas a la condición de quienes no tienen nada que ofrecer o, al menos, nadie lo espera de ellos. Por tanto, antes y más definitivamente que no poder consumir, el paro induce una pobreza más insidiosa. Y es que la escasez más esencial no radica en la imposibilidad de tener sino en la incapacidad de dar. Obviamente quien nada tiene nada podrá dar, pero tampoco es seguro que quien posea en abundancia tenga el poder de dar. Para empezar es del todo necesario caer en la cuenta de que solo hay un modo de dar: gratis. Todo lo que no sea gratuito tampoco es propiamente un dar, sino un intercambiar, invertir, fiar o prestar. Dar siempre es dar de más o no es dar. Para dar hay que excederse o no se da.

Sin embargo, esa gratuidad no solo es perfectamente simultaneable con la realización de trabajos remunerados o la prestación de servicios contratados, sino que la perfección con  la que se realizan solo se alcanza  mediante ese  exceso  por el que llevamos lo que hacemos hasta un punto de perfección que nos compromete. Por eso todo trabajo bien hecho, por bien remunerado que haya sido, solo se reconoce cumplidamente mediante la gratitud. Así que en la obra bien hecha hay un exceso libre que tiene la forma de la gratuidad y a  la que solo le  hace  justicia  la  gratuidad  del reconocimiento.