Al final del mensaje que el Papa Francisco dirigió
a los fieles católicos de todo el mundo, dijo:
que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo
adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos
a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la
verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión
penitencial. Desconfio de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual “(somos)
como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyendo
todo” (2Cor 6,10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la
atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos
misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración
por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el
camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la
Virgen os guarde.
Franciscus