Con esta poesía queremos honrar, un año más, a nuestra Inmaculada Concepción con ya más de siglo y medio de ininterrumpida devoción mantenida por las Hijas de María.Con el novenario que comenzaremos el 30 de noviembre
y la celebración solemne del día 8, daremos cumplida veneración a nuestra Madre Inmaculada.
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¿Quién es esta que destella
como estrella matinal?
Es la Virgen sin mancilla,
es de Dios la maravilla,
sin la culpa original.
Es la Reina de los cielos,
es la Esposa del amor,
es la flor del Paraíso,
sin espinas, que al fin quiso
ostentar nuestro Criador.
¡Oh cuán dulce es su mirada,
qué hermosa su bendición!
De sus labios inocentes
manan gracias a torrentes,
que embriagan el corazón.
Lució al fin el bello día
que a María declaró
desde Roma el Padre Santo
por exenta del quebranto
que al nacer nos comprendió.
Y a su voz el orbe atento,
al momento la aclamó
Virgen pura, Inmaculada,
azucena consagrada,
que la culpa no dañó.
Salud, pues, ¡oh Padre Santo!
recibid el parabien
porque Dios os ha escogido
y en sus juicios ha querido
que anunciáseis tanto bien.
¡Oh María Inmaculada!
honra y gloria sea dada
a la Santa Trinidad:
que entre todas las mujeres,
solamente tú eres
la que atrajo a su bondad.
Mas no olvides, Madre hermosa,
darnos rayos de tu luz,
pues de todos los cristianos, tus hermanos,
te hizo Madre, entre dolores,
nuestro Dios desde la Cruz.