23 feb 2018

PARA LA FORMACIÓN LITÚRGICA DE NUESTRA COMUNIDAD

Iniciamos en este Boletín una página en la que transcribiremos lo que el Nuevo Misal nos ordena en orden a realizar una liturgia digna y misionera:


ESTRUCTURA DE LA MISA – EUCARISTÍALAS DIVERSAS PARTES DE LA MISA - EUCARISTÍA


A) Ritos iniciales:

  • Los ritos que preceden a la liturgia de la Palabra, es decir, al canto de entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria y la oración colecta, tienen el carácter de exordio, introducción y preparación.
  • Su finalidad es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunión y se dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.
  • En algunas celebraciones que, según las normas de los libros litúrgicos, se unen con la misa, se omiten los ritos iniciales o se realizan de un modo peculiar.

Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con el diácono y los ministros, Se comienza el canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido e introducirles en el misterio del tiempo litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión de sacerdotes y ministros.

El canto de entrada lo entona la schola y el pueblo, o un cantor y el pueblo, o todo el pueblo, o solamente la schola. Pueden emplearse para este canto o la antífona con su salmo, como se encuentran en el Gradual romano o en el Gradual simple, u otro canto acomodado a la acción sagrada o a la índole del día o del tiempo litúrgico, con un texto aprobado por la conferencia de los obispos.

Si no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un lector recita la antífona que aparece en el Misal. Si esto no es posible, la recita el sacerdote mismo, quien también puede adaptarla a modo de monición inicial.

Saludo al altar y al pueblo congregado.

El sacerdote, el diácono y los ministros, cuando llegan al presbiterio, saludan al altar con una inclinación profunda. Después. El sacerdote y el diácono lo besan como signo de veneración; y el sacerdote, según los casos, inciensa la cruz y el altar.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote, de pie junto a la sede, y toda la asamblea hacen la señal de la cruz;  a continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor. Can este saludo y con la respuesta del pueblo queda de manifiesto el misterio de la Iglesia congregada.

Terminado el saludo al pueblo, el sacerdote o el diácono o un ministro laico puede introducir a los fieles en la misa del día con brevísimas palabras.