En la tierra nueva las casas no tienen llaves
ni los muros rompen el mundo.
Nadie está solo.
No se habla mucho de amor,
pero se ama con los ojos, las manos y las entrañas.
Las lágrimas son fértiles,
la tristeza se ha ido para no regresar,
y se ha llevado con ella la pesada carga
del odio y los rencores,
la violencia y el orgullo.
Es extraña la puerta que abre esa
tierra:
Es la sangre derramada de quien se da sin límite,
es la paciencia infinita
de quién espera en la noche,
es la pasión desmedida de un Dios entregado
por sus hijos; nosotros elegidos para habitar
ESA TIERRA NUEVA...