31 oct 2019

Solemnidad de TODOS LOS SANTOS



Creo, mi Dios, que estás en tres Personas
distintas y a la vez cauce divino,
por donde el Sol encuentra su destino
y pone en sus laureles las coronas.

Creo, Señor que Tú nos rescataste.
Que el único bautismo está en tu senda.
Que te haces, para el Padre, limpia ofrenda.
Que la Iglesia Católica fundaste.

Que a todos los que marca tu bautismo
eliges como herencia y santificas, 
para que tengan sitio en tu morada.

Peregrinamos juntos por el mismo
sendero que en amor Tú nos indicas,
guiados por la luz de tu mirada.

Elpídio Ruíz Herrero.

26 oct 2019

Evangelio día 27: Domingo XXX del tiempo ordinario

Evangelio por Odres Nuevos


"El Dios que desciende y se hace pequeño, solo es encontrado por los humildes".

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (18,9-14
)

¿QUIÉN SOY YO PARA JUZGAR?

La parábola del fariseo y el publicano suele despertar en no pocos cristianos un rechazo grande hacia el fariseo que se presenta ante Dios arrogante y seguro de sí mismo, y una simpatía espontánea hacia el publicano que reconoce humildemente su pecado. Paradójicamente, el relato puede despertar en nosotros este sentimiento: «Te doy gracias, Dios mío, porque no soy como este fariseo».
Para escuchar correctamente el mensaje de la parábola, hemos de tener en cuenta que Jesús no la cuenta para criticar a los sectores fariseos, sino para sacudir la conciencia de «algunos que presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás». Entre estos nos encontramos, ciertamente, no pocos católicos de nuestros días.
La oración del fariseo nos revela su actitud interior: «¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás». ¿Qué clase de oración es esta de creerse mejor que los demás? Hasta un fariseo, fiel cumplidor de la Ley, puede vivir en una actitud pervertida. Este hombre se siente justo ante Dios y, precisamente por eso, se convierte en juez que desprecia y condena a los que no son como él.
El publicano, por el contrario, solo acierta a decir: «¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador». Este hombre reconoce humildemente su pecado. No se puede gloriar de su vida. Se encomienda a la compasión de Dios. No se compara con nadie. No juzga a los demás. Vive en verdad ante sí mismo y ante Dios.
La parábola es una penetrante crítica que desenmascara una actitud religiosa engañosa, que nos permite vivir seguros de nuestra inocencia, mientras condenamos desde nuestra supuesta superioridad moral a todo el que no piensa o actúa como nosotros.
Circunstancias históricas y corrientes triunfalistas alejadas del evangelio nos han hecho a los católicos especialmente proclives a esa tentación. Por eso, hemos de leer la parábola cada uno en actitud autocrítica: ¿Por qué nos creemos mejores que los agnósticos? ¿Por qué nos sentimos más cerca de Dios que los no practicantes? ¿Qué hay en el fondo de ciertas oraciones por la conversión de los pecadores? ¿Qué es reparar los pecados de los demás sin vivir convirtiéndonos a Dios?
En cierta ocasión, ante la pregunta de un periodista, el papa Francisco hizo esta afirmación: «¿Quién soy yo para juzgar a un gay?». Sus palabras han sorprendido a casi todos. Al parecer, nadie se esperaba una respuesta tan sencilla y evangélica de un papa católico. Sin embargo, esa es la actitud de quien vive en verdad ante Dios.

Boletín especial 25 años: No me olvidaré... y el soneto de un amigo





19 oct 2019

Boletín especial 25 años:Inserción Religiosas Doroteas



Evangelio día 20: Domingo XXIX del tiempo ordinario.

Evangelio por Odres Nuevos

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
"Pide con insistencia a Papá,
somos sus niños mimados"
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Palabra del Señor
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (18,1-8
)

¿SEGUIMOS CREYENDO EN LA JUSTICIA?

Lucas narra una breve parábola indicándonos que Jesús la contó para explicar a sus discípulos «cómo tenían que orar siempre sin desanimarse». Este tema es muy querido al evangelista que, en varias ocasiones, repite la misma idea. Como es natural, la parábola ha sido leída casi siempre como una invitación a cuidar la perseverancia de nuestra oración a Dios.
Sin embargo, si observamos el contenido del relato y la conclusión del mismo Jesús, vemos que la clave de la parábola es la sed de justicia. Hasta cuatro veces se repite la expresión «hacer justicia». Más que modelo de oración, la viuda del relato es ejemplo admirable de lucha por la justicia en medio de una sociedad corrupta que abusa de los más débiles.
El primer personaje de la parábola es un juez que «ni teme a Dios ni le importan los hombres». Es la encarnación exacta de la corrupción que denuncian repetidamente los profetas: los poderosos no temen la justicia de Dios y no respetan la dignidad ni los derechos de los pobres. No son casos aislados. Los profetas denuncian la corrupción del sistema judicial en Israel y la estructura machista de aquella sociedad patriarcal.
El segundo personaje es una viuda indefensa en medio de una sociedad injusta. Por una parte, vive sufriendo los atropellos de un «adversario» más poderoso que ella. Por otra, es víctima de un juez al que no le importa en absoluto su persona ni su sufrimiento. Así viven millones de mujeres de todos los tiempos en la mayoría de los pueblos.
En la conclusión de la parábola, Jesús no habla de la oración. Antes que nada, pide confianza en la justicia de Dios: «¿No hará Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?». Estos elegidos no son «los miembros de la Iglesia» sino los pobres de todos los pueblos que claman pidiendo justicia. De ellos es el reino de Dios.
Luego, Jesús hace una pregunta que es todo un desafío para sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». No está pensando en la fe como adhesión doctrinal, sino en la fe que alienta la actuación de la viuda, modelo de indignación, resistencia activa y coraje para reclamar justicia a los corruptos.
¿Es esta la fe y la oración de los cristianos satisfechos de las sociedades del bienestar? Seguramente, tiene razón J. B. Metz cuando denuncia que en la espiritualidad cristiana hay demasiados cánticos y pocos gritos de indignación, demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo más humano, demasiado consuelo y poca hambre de justicia.

CUERDAS

11 oct 2019

Contra Francisco...



Hace ya tiempo que surgen voces contrarias a la figura de Francisco. Desde prácticamente el comienzo del pontificado, miembros de la jerarquía, pero también católicos de a pie han dedicado palabras y tiempo a desacreditar a un hombre que, si algo ha traído a la Iglesia es, al menos, ganas de renovarse. Cada gesto, cada palabra, cada declaración es furibundamente atacada por guardianes de las esencias que tratan de imponer una visión del Evangelio que se aleja con mucho de los pobres o los vulnerables.

El rigorismo moral, la tradición como fin y no como medio, la liturgia como realidad inamovible, carente de contextos, situaciones y personas. Toda una ristra de normas y leyes que espantan a los alejados y asfixian a los que se acercan. Al Papa se le ataca por no hacerse eco de todo esto y, además, criticarlo duramente.

Vivimos tiempos proféticos. La Iglesia, como institución humana, se encuentra en franco declive numérico. Su influencia social disminuye, al mismo ritmo que disminuyen los practicantes. Eso en Occidente. Resulta que hay otras realidades donde la Iglesia crece joven y fresca. Donde no hay miedo a la innovación pastoral y litúrgica. Donde, sin esconder el mensaje, el diálogo con otras realidades se mezcla con la fe en Jesús. Y funciona.

En esta Europa vieja y desencantada, las denuncias sociales de Francisco son recibidas por una parte de la sociedad laica como un soplo de esperanza. Pero siempre quedan reductos de personas o instituciones que creen sobrevivir al invasor, cuando en realidad lo que hacen es dar la espalda a los hermanos en necesidad. Que piensan que un Sínodo en que se hacen gestos o se respeta y se celebra la tradición de los pueblos originales es menos eclesial. Ofendidos porque el Papa defiende que no es tan importante llevar clergyman si se deja de lado la caridad.

Medios de comunicación que acusan al Papa de tener no sé cuáles intereses económicos por exigir una Europa en acogida con los migrantes del Mediterráneos. Por convocar un Sínodo para situar a la Iglesia en contexto de defensa del medio natural y de los pueblos indígenas. Por pedir ejercer la ternura con una mujer que aborta, en lugar de condenarla, sin perder de vista la enorme lacra del aborto. Por señalar a los que encubren casos de pederastia y abusos y entregar a los culpables a la justicia, defendiendo a las víctimas, acogiéndoles y escuchándoles. Por querer limpiar la corrupción fiscal en el Vaticano. Por reclamar que los pobres –los pobres materiales, los que mueren de hambre, las víctimas, los que huyen de la guerra– estén en el centro de la Iglesia.

Ahora decidme, ¿dónde está lo antievangélico? Explicadme qué palabras del Papa van contra qué artículo de la moral católica más original. Mostradme, con el Evangelio en la mano, en qué gesto el Papa es herético o irrespetuoso. Y si no se encuentra, ¿por qué le golpeáis?

Evangelio día 13: Domingo XXVIII del tiempo ordinario

"Encontrarte, dejarme limpiar y volver a ti agradecido... me salva" 

https://odresnuevos.es/

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (17,11-19
)

CREER SIN AGRADECER

El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría. Pero, esta vez, no se detiene Lucas en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos.
Jesús ha pedido a los leprosos que se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita integrarse en la sociedad. Pero uno de ellos, de origen samaritano, al ver que está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús. Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente: podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe. Necesita encontrarse con Jesús.
Vuelve «alabando a Dios a grandes gritos». Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en Dios. Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla Jesús. No lo olvidará jamás. En adelante vivirá dando gracias a Dios. La alabará gritando con todas sus fuerzas. Todos han de saber que se siente amado por él.
Al encontrarse con Jesús, «se echa a sus pies dándole gracias». Sus compañeros han seguido su camino para encontrarse con los sacerdotes, pero él sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está aquí junto a él dándole gracias. En Jesús ha encontrado el mejor regalo de Dios.
Al concluir el relato, Jesús toma la palabra y hace tres preguntas expresando su sorpresa y tristeza ante lo ocurrido. No están dirigidas al samaritano que tiene a sus pies. Recogen el mensaje que Lucas quiere que se escuche en las comunidades cristianas.
«¿No han quedado limpios los diez?». ¿No se han curado todos? ¿Por qué no reconocen lo que han recibido de Jesús? «Los otros nueve, ¿dónde están?». ¿Por qué no están allí? ¿Por qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias Dios casi nunca? ¿Por qué no sienten un agradecimiento especial hacia Jesús? ¿No lo conocen? ¿No significa nada nuevo para ellos?
«¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?». ¿Por qué hay personas alejadas de la práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por él? Benedicto XVI advertía hace unos años que un agnóstico en búsqueda puede estar más cerca de Dios que un cristiano rutinario que lo es solo por tradición o herencia. Una fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma.

8 oct 2019

10 ideas para evitar el plástico en casa

BAG

Muchos productos del hogar, como las escobillas de baño, los guantes de limpieza o las bolsas de basura, pueden reciclables

Hoy casi todo nos invita a pensar en el cambio climático, en reducir las emisiones de CO2 de efecto invernadero y dejar de consumir plásticos y sustituirlos por materiales biodegradables. Hay cumbres mundiales organizadas por las Naciones Unidas, simposios en casi todas las universidades, conferencias, artículos de prensa… Y a veces pensamos ¿qué puedo hacer yo? ¿cómo puedo contribuir a mejorar nuestro planeta, del que somos administradores, no dueños, como dice el papa Francisco en su encíclica “Laudato sí”?

Damos algunas imaginativas ideas para reducir el plástico en nuestra vida diaria, en nuestras casas, como ha publicado el National Geographic, obra de Paula González. Paula pertenece al movimiento Slow life, vivir sin estrés.

1.- Detergente de la ropa. – El detergente se vende en botellas de plástico. Sin embargo, existen las nueces de lavado, un limpiador ecológico y muy económico. Puede usarse hasta tres veces antes de tirarlo al contenedor. Proceden del árbol del jabón, muy común en Nepal y la India, cuya cáscara contiene saponina. En contacto con el agua limpia sin olor y suaviza la ropa, con lo que ahorramos suavizante. Se utiliza a granel y el envase puede ser de metal.



SODIUM BICARBONATE
2.- Productos de limpieza. – No solo el detergente de la ropa se vende a granel, existen prácticamente todo tipo de limpiadores del hogar en tiendas especializadas. En cualquier caso, para mantener la casa limpia no hacen falta grandes cantidades de desinfectantes. Una buena mezcla de bicarbonato y limón o vinagre permite limpiar suelos, azulejos y superficies grasas.


SPONGE
Mcyjerry-(CC BY 2.0)

3.- Estropajo  – Los estropajos están hechos de plástico que no se puede reciclar. El estropajo se va gastando y las partículas de plástico van al desagüe y de ahí a los ríos y al mar. La alternativa ecológica son los cepillos de madera o las esponjas de luffa. La luffa son un género de plantas de la familia de las calabazas (cucurbitáceas). Hay también estropajos de cobre para una suciedad profunda.



ICE
4.- Cubiteras de hielo. – La alternativa a las bolsas o cubitos de plástico son las bandejas de metal o las de silicona que son incluso más resistentes.

DISHWASHINGJoe Strupek-(CC BY-ND 2.0)







5.- Guantes de plástico. – Son totalmente prescindibles para limpiar los platos. Basta usar un jabón que no dañe a las manos para las personas con piel sensible.





MATCHES

6.- Encendedores. – Los encendedores que se usan para las cocinas de gas o para encender las velas en la iglesia o en un espacio íntimo en una habitación pueden cambiarse los encendedores por cerillas de madera.

COOKWARE
7.- Utensilios de cocina. – Los de plástico son baratos, pero duran menos. La alternativa ecológica son los utensilios de cocina de acero inoxidable, que los hay resistentes al calor y antiadherentes, que duran mucho más que los de plástico. 

WASHING
8.- Servilletas. – Tanto las servilletas de papel como el papel de cocina se venden en envasados de plástico, y como se consumen con rapidez, el consumo de plástico es alto. La alternativa son las servilletas de tela o los trapos de toalla para secar las superficies húmedas en la cocina.

PINS

9.- Pinzas para la ropa. – Las pinzas de plástico tienen una vida bastante corta. Son mejor las pinzas de madera, que tienen la misma o mayor resistencia que las de plástico, no contaminan y son reciclables.



TOOTHBRUSH10.- Cepillos de dientes. – La alternativa a los cepillos de plástico son los cepillos de bambú, que son biodegradables. Se pueden encontrar cepillos de bambú con cerdas de nylon procedente del aceite de ricino y no contaminan nada.

5 oct 2019

El video del Papa - Octubre 2019



PRIMAVERA MISIONERA DE LA IGLESIA

“Hoy, es necesario un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia para afrontar el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado.


Llegar a las periferias, a los ambientes humanos, culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio: en esto consiste lo que llamamos missio ad gentes.
Y recordar que el corazón de la misión de la Iglesia es la oración.
Este Mes Misionero Extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo.”
El Video del Papa difunde cada mes las intenciones de oración del Santo Padre por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia.
Por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) https://www.popesprayer.va/es/

EVANGELIO DÍA 6: Domingo XXVII del tiempo ordinario

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe».
El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería. ¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor





Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (17,5-10
)

¿SOMOS CREYENTES?

Jesús les había repetido en diversas ocasiones: «¡Qué pequeña es vuestra fe!». Los discípulos no protestan. Saben que tienen razón. Llevan bastante tiempo junto a él. Lo ven entregado totalmente al Proyecto de Dios: solo piensa en hacer el bien; solo vive para hacer la vida de todos más digna y más humana. ¿Lo podrán seguir hasta el final?
Según Lucas, en un momento determinado, los discípulos le dicen a Jesús: «Auméntanos la fe». Sienten que su fe es pequeña y débil. Necesitan confiar más en Dios y creer más en Jesús. No le entienden muy bien, pero no le discuten. Hacen justamente lo más importante: pedirle ayuda para que haga crecer su fe.
Nosotros hablamos de creyentes y no creyentes, como si fueran dos grupos bien definidos: unos tienen fe, otros no. En realidad, no es así. Casi siempre, en el corazón humano hay, a la vez, un creyente y un no creyente. Por eso, también los que nos llamamos «cristianos» nos hemos de preguntar: ¿Somos realmente creyentes? ¿Quién es Dios para nosotros? ¿Lo amamos? ¿Es él quien dirige nuestra vida?
La fe puede debilitarse en nosotros sin que nunca nos haya asaltado una duda. Si no la cuidamos, puede irse diluyendo poco a poco en nuestro interior para quedar reducida sencillamente a una costumbre que no nos atrevemos a abandonar por si acaso. Distraídos por mil cosas, ya no acertamos a comunicarnos con Dios. Vivimos prácticamente sin él.
¿Qué podemos hacer? En realidad, no se necesitan grandes cosas. Es inútil que nos hagamos propósitos extraordinarios pues seguramente no los vamos a cumplir. Lo primero es rezar como aquel desconocido que un día se acercó a Jesús y le dijo: «Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi incredulidad». Es bueno repetirlas con corazón sencillo. Dios nos entiende. Él despertará nuestra fe.
No hemos de hablar con Dios como si estuviera fuera de nosotros. Está dentro. Lo mejor es cerrar los ojos y quedarnos en silencio para sentir y acoger su Presencia. Tampoco nos hemos de entretener en pensar en él, como si estuviera solo en nuestra cabeza. Está en lo íntimo de nuestro ser. Lo hemos de buscar en nuestro corazón.
Lo importante es insistir hasta tener una primera experiencia, aunque sea pobre, aunque solo dure unos instantes. Si un día percibimos que no estamos solos en la vida, si captamos que somos amados por Dios sin merecerlo, todo cambiará. No importa que hayamos vivido olvidados de él. Creer en Dios es, antes que nada, confiar en el amor que nos tiene.