6 nov 2020

Evangelio día 8: Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.”

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (25,1-13
)

ANTES DE QUE SEA TARDE

Mateo escribió su evangelio en unos momentos críticos para los seguidores de Jesús. La venida de Cristo se iba retrasando. La fe de no pocos se relajaba. Era necesario reavivar de nuevo la conversión primera recordando una parábola de Jesús.

El relato nos habla de una fiesta de bodas. Llenas de alegría, un grupo de jóvenes «salen a esperar al esposo». No todas van bien preparadas. Unas llevan consigo aceite para encender sus antorchas; a las otras ni se les ha ocurrido pensar en ello. Creen que basta con llevar antorchas en sus manos.

Como el esposo tarda en llegar, «a todas les entra el sueño y se duermen». Los problemas comienzan cuando se anuncia la llegada del esposo. Las jóvenes previsoras encienden sus antorchas y entran con él en el banquete. Las inconscientes se ven obligadas a salir a comprarlo. Para cuando vuelven, «la puerta está cerrada». Es demasiado tarde.

Es un error andar buscando un significado secreto al «aceite»: ¿será una alegoría para hablar del fervor espiritual, de la vida interior, de las buenas obras, del amor…? La parábola es sencillamente una llamada a vivir la adhesión a Cristo de manera responsable y lúcida ahora mismo, antes de que sea tarde. Cada uno sabrá qué es lo que ha de cuidar.

Es una irresponsabilidad llamarnos cristianos y vivir la propia religión sin hacer más esfuerzos por parecernos a él. Es un error vivir con autocomplacencia en la propia Iglesia sin plantearnos una verdadera conversión a los valores evangélicos. Es propio de inconscientes sentirnos seguidores de Jesús sin «entrar» en el proyecto de Dios que él quiso poner en marcha.

En estos momentos en que es tan fácil «relajarse», caer en el escepticismo e «ir tirando» por los caminos seguros de siempre, solo encuentro una manera de estar en la Iglesia: convirtiéndonos a Jesucristo.