Con la Carta apostólica Patris corde (Con corazón de padre), el Pontífice recuerda el 150 aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal y, con motivo de esta ocasión, a partir de hoy y hasta el 8 de diciembre de 2021 se celebrará un año dedicado especialmente a él.
Padre amado, tierno y obediente
San José,
de hecho, expresó concretamente su paternidad al haber hecho de su vida una
oblación de sí mismo en el amor puesto al servicio del Mesías. De ahí su papel
como "la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento ",
"siempre ha sido amado por el pueblo cristiano" (1). En él,
"Jesús vio la ternura de Dios", la ternura que nos hace “aceptar
nuestra debilidad", porque "es a través y a pesar de nuestra
debilidad" que la mayoría de los designios divinos se realizan. "Sólo
la ternura nos salvará de la obra" del Acusador, subraya el Pontífice, y
es al encontrar la misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la
Reconciliación, que podemos hacer "una experiencia de verdad y de
ternura", porque “Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos
sostiene, nos perdona” (2). José es también un padre en obediencia a Dios: con
su "fiat" salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a "hacer la
voluntad del Padre". Llamado por Dios a servir a la misión de Jesús,
"coopera en el gran misterio de la redención y es verdaderamente un
ministro de la salvación" (3).
Padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo
Al mismo
tiempo, José es "un padre en la acogida", porque "acogió a María
sin poner condiciones previas", un gesto importante aún hoy -afirma
Francisco- "en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física
sobre la mujer es patente". Pero el Esposo de María es también el que,
confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los acontecimientos que no
comprende, dejando de lado sus razonamientos y reconciliándose con su propia
historia. La vida espiritual de José no “muestra una vía que explica,
sino una vía que acoge”, lo que no significa que sea "un
hombre que se resigna pasivamente". Al contrario: su protagonismo es
"valiente y fuerte" porque con "la fortaleza del Espíritu
Santo", aquella "llena de esperanza", sabe “hacer sitio incluso
a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia”. En la
práctica, a través de san José, es como si Dios nos repitiera: "¡No tengas
miedo!", porque "la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o
triste" y nos hace conscientes de que "Dios puede hacer que las
flores broten entre las rocas". Y no sólo eso: José "no buscó
atajos", sino que enfrentó "‘con los ojos abiertos’ lo que le
acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona". Por ello, su
acogida “nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con
preferencia por los débiles” (4).
Padre valiente y creativo, ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres
Patris
corde destaca "la valentía creativa" de san José, aquella que
surge sobre todo en las dificultades y que da lugar a recursos inesperados en
el hombre. "El carpintero de Nazaret -explica el Papa- sabía transformar
un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la
Providencia". Se enfrentaba a "los problemas concretos" de su
familia, al igual que todas las demás familias del mundo, especialmente las de
los migrantes. En este sentido, san José es "realmente un santo patrono
especial" de aquellos que, "forzados por las adversidades y el
hambre", tienen que abandonar su patria a causa de "la guerra, el
odio, la persecución y la miseria". Custodio de Jesús y María, José
"no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia", de su maternidad y
del Cuerpo de Cristo: cada necesitado, pobre, sufriente, moribundo, extranjero,
prisionero, enfermo, es "el Niño" que José guarda y de él hay que
aprender a "amar a la Iglesia y a los pobres" (5).
Padre que enseña el valor, la dignidad y la alegría del trabajo
Honesto
carpintero que trabajó "para asegurar el sustento de su familia",
José también nos enseña "el valor, la dignidad y la alegría" de
"comer el pan que es fruto del propio trabajo". Este significado del
padre adoptivo de Jesús le da al Papa la oportunidad de lanzar un llamamiento a
favor del trabajo, que se ha convertido en "una urgente cuestión
social", incluso en países con un cierto nivel de bienestar. "Es
necesario comprender", escribe Francisco, "el significado del trabajo
que da dignidad", que "se convierte en participación en la obra misma
de la salvación" y "ocasión de realización" para uno mismo y su
familia, el "núcleo original de la sociedad". Quien trabaja, colabora
con Dios porque se convierte en "un poco creador del mundo que nos rodea".
De ahí la exhortación del Papa a todos a "redescubrir el valor, la
importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva ‘normalidad’
en la que nadie quede excluido". Mirando en particular el empeoramiento
del desempleo debido a la pandemia de Covid-19, el Papa llama a todos a
"revisar nuestras prioridades" para comprometerse a decir: “¡Ningún
joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” (6).
Padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús
Siguiendo
el ejemplo de la obra "La sombra del Padre" del escritor polaco Jan
Dobraczyński, el Pontífice describe la paternidad de José respecto de Jesús
como "la sombra del Padre celestial en la tierra". "Nadie nace
padre, sino que se hace", afirma Francisco, porque se hace "cargo de él”,
responsabilizándose de su vida. Desgraciadamente, en la sociedad actual
"los niños a menudo parecen no tener padre", padres capaces de
"introducir al niño en la experiencia de la vida", sin retenerlo ni
"poseerlo", pero haciéndolo "capaz de elegir, de ser libre, de
salir". En este sentido, José tiene el apelativo de "castísimo",
que es "lo contrario a poseer": él, de hecho, "fue capaz de amar
de una manera extraordinariamente libre", "sabía cómo descentrarse"
para poner en el centro de su vida no a sí mismo, sino a Jesús y María. Su
felicidad está "en el don de sí mismo": nunca frustrado y siempre
confiado, José permanece en silencio, sin quejarse, pero haciendo "gestos
concretos de confianza". Su figura es, por lo tanto, ejemplar, señala el
Papa, en un mundo que "necesita padres y rechaza a los amos", que
refuta a aquellos que confunden "autoridad con autoritarismo, servicio con
servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con
destrucción". El verdadero padre es aquel que "rehúsa la tentación de
vivir la vida de los hijos" y respeta su libertad, porque la paternidad
vivida en plenitud hace "inútil" al propio padre, "cuando ve que
el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la
vida". Ser padre "nunca es un ejercicio de posesión", subraya
Francisco, sino "un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior",
al "Padre celestial" (7).
La oración diaria del Papa a san José y ese "cierto reto"
Concluida
con una oración a san José, Patris corde revela también, en la
nota número 10, un hábito de la vida de Francisco: cada día, de hecho,
"durante más de cuarenta años", el Pontífice recita una oración al
Esposo de María "tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX,
de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María". Es una oración que
"expresa devoción y confianza" a san José, pero también "un
cierto reto", explica el Papa, porque concluye con las palabras: “Que no
se diga que te haya invocado en vano, muéstrame que tu bondad es tan grande
como tu poder”.
Indulgencia plenaria para el "Año de San José"
Junto a
la publicación de la Carta apostólica Patris corde, se ha publicado
el Decreto de la Penitenciaría Apostólica que anuncia el "Año de San
José" especial convocado por el Papa y la relativa concesión del "don
de indulgencias especiales". Se dan indicaciones específicas para los días
tradicionalmente dedicados a la memoria del Esposo de María, como el 19 de
marzo y el 1 de mayo, y para los enfermos y ancianos "en el contexto
actual de la emergencia sanitaria".