¿Cuál fue
su primera reacción cuando le comunicaron que era el elegido para asumir el
cargo de arzobispo de Santiago? ¿Se lo esperaba?
Fue un contraste de emociones cuando me comunicaron que el Santo Padre
había pensado en mí para suceder a monseñor Barrio. Supone mucha emoción saber
que confían en uno para una misión importante. Entré en un pequeño colapso,
eché alguna lágrima, pero como creyente, miré al cielo y adelante.
¿Qué han significado para usted estos dos años como obispo auxiliar?
Llegué como peregrino y en Año Santo, con la pandemia aún muy presente,
con un Santiago de calles vacías. Pero fue volviendo la normalidad y fui conociendo
una diócesis inmensa. Aprendí en esto de ser obispo con toda la buena gente que
tenemos. Hay que saber dejarse enseñar, y ésta es una diócesis muy intensiva y
extensiva.
En el
acto de presentación como nuevo arzobispo, le agradeció a monseñor Barrio su
cercanía, ¿cómo valora la figura del arzobispo emérito después de 27 años al
frente de la Archidiócesis de Santiago?
Monseñor Barrio llegó como auxiliar en 1993, también en Año Santo como
yo. Mi experiencia con él ha sido muy cercana, ha sido una figura paterna. Me
ha acogido, cuidado, me ha dado espacio y, siempre de su mano, me ha animado.
Fui auxiliar de una persona entregada, de gesto sencillo y hondo, y con él fui
descubriendo esta inmensa diócesis.
Desde el
inicio del siglo XX, es, tras el cardenal Quiroga Palacios, el segundo
ourensano que asume el cargo de arzobispo de Santiago. ¿Qué significa esta
circunstancia para usted? ¿Considera que es un plus para la Iglesia tener un
representante en Compostela arraigado en la cultura gallega?
Ser gallego es una cátedra, es una forma de estar y de ser, con el
paisaje en el corazón y en la mirada. El cardenal Quiroga fue una figura
indiscutible históricamente para Galicia y para la Iglesia. Soy ourensano en
una tierra que es mía, ser gallego es siempre una posibilidad de encuentro, el
alma gallega es de horizontes amplios y extendidos, y yo acepto este desafío
con esperanza.
Tomará posesión el próximo 3 de junio. ¿Qué objetivos se marca? ¿Cuál es
su plan pastoral para la Diócesis de Santiago?
La grandeza de la diócesis es impresionante por su larga historia, y en
momentos agitados como éstos, de crisis, debe estar muy presente en los agentes
de pastoral que ésta es una oportunidad para todos, que hay que arropar. Todos
son caminos que llevan a Santiago y debemos abrir a la esperanza ese camino,
tras la pandemia, la guerra de Ucrania y la crisis. La Iglesia de Santiago debe
comunicar esperanza y fraternidad, como creyentes. La idea es caminar juntos
como Iglesia para lograr que la sociedad sea más justa y solidaria. Repito una
frase que es que cualquier tiempo pasado no fue mejor, fue anterior, y éste es
el que nos toca y debemos buscar que sea el mejor.
¿Solicitará
que se cubra la función de obispo auxiliar?
Sí, la Archidiócesis de Santiago es muy grande y necesita un obispo
auxiliar. Poco a poco iré formando un equipo.
¿Se
plantea una reforma de la curia diocesana? ¿Habrá renovación de cargos en la
diócesis?
Sí, es algo que tocará en su momento, ver con quién quiero contar más de
cerca en distintas áreas de la vida pastoral. Los cambios no deben ser bruscos,
pero no podemos quedarnos parados, ésta es una invitación a la valentía en la
toma de decisiones.
El
próximo Año Santo es en 2027. ¿Cómo encara una cita tan importante para la
ciudad y para Galicia?
Termina uno y ya nos ponemos en camino hacia el siguiente. Pudiera
parecer que 2027 queda lejano, pero no lo está tanto. La Puerta Santa está
cerrada, pero no la Catedral, siempre abierta. Antes, en 2025, también tenemos
un acontecimiento muy importante para la Iglesia, el Jubileo de la Iglesia
Universal, que servirá de Pórtico a nuestro Año Santo.
De cara a
la sociedad en general, ¿qué modelo de Iglesia defiende?
No se trata de hacer muchos kilómetros, sino de que tengamos oídos en el
corazón, una Iglesia que sepa escuchar, que escuche las inquietudes y
esperanzas, y de poner respuesta a esos anhelos que no se construyan desde la
teoría, sino del gesto, que todos tengan cabida. Todos los hombres llevan la
huella de Dios, hay que sanar, reconciliar, extender y abrir puertas, derribar
muros. La Iglesia es Jesús, no es de nadie en particular, es de todos y para
todos. Y donde hay corazones dolidos, debemos arroparles.
¿Cómo
valora la labor que está realizando durante su pontificado el papa Francisco?
Francisco nos ha devuelto a la esencia. La Iglesia solo existe para
evangelizar y Francisco con su gesto, con su palabra y con su esfuerzo,
especialmente de estos días enfermo, pone en el centro el Evangelio, él conduce
la balsa de la Iglesia y desde la sede compostelana, un referente universal de
la Iglesia con Roma y Jerusalén, nos unimos a él y pedimos que tenga valentía
de seguir por los caminos del Evangelio.
¿Cuál es
su posición respecto a la eutanasia, la llamada "ley trans" o la
gestación subrogada?
Son cuestiones que requieren matiz y atención, juzgamos de manera
arbitraria, la vida es un don de Dios y no podemos pretender ser como dioses,
la vida es del que nace. Son debates demasiado ideologizados, que requieren
reposo, pero siempre desde el respeto y la dignidad que merecen todas las
personas. Hay que tener más serenidad cuando se trata de vidas, son debates
demasiado enfrentados y susceptibles.
¿Cómo
gestionará las relaciones institucionales con el Gobierno, la Xunta y el
Concello?
Como obispo auxiliar ya he mantenido una relación institucional, muy
habitual con Xunta y Concello, y es enriquecedora. La idea es seguir sumando
esfuerzos con las administraciones, tener una relación de cordialidad por
solidaridad, de un esfuerzo compartido en busca de soluciones.
Fuente: El Correo gallego