4 jun 2024

ADORO TE DEVOTE

 

Este hermoso poema fue compuesto por santo Tomás de Aquino en el siglo XIII a petición del Papa Urbano IV para la solemnidad del Corpus Christi.

Adoro te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum deficit.

Te adoro con devoción, Dios escondido, 
que estás aquí verdaderamente, oculto bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo, 
pues al contemplarte cae rendido totalmente
.

El católico que verdaderamente es adorador de Nuestro Señor Jesucristo escondido en la Divina Eucaristía gusta de vivir escondido a los ojos del mundo. No hace alarde de su categoría, sino que sabe situarse en su pequeñez ante Dios y nunca por encima de los demás.

El católico que es verdadero adorador de Dios no busca cargos ni encomiendas para ser visto ni aplaudido. Sólo busca contentar a su Dios y pasar oculto a los ojos de los demás.

¡Este es el Misterio de la Eucaristía! ¡Dios escondido tras los velos del pan y del vino tan sólo para ser visto por las almas que tienen Fe y Amor!

¡Este es el misterio de las almas que tienen fe! Buscan tan sólo servir a Dios y en lo posible hacerlo sin ser vistos ni notados!

In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, 
pero aquí se esconde también la Humanidad.
Sin embargo, creyendo y confesando ambas cosas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

El alma eucarística aprende del Señor la Sabiduría de la Cruz.

Aprende del Señor a abrazarse a la cruz de cada día y lo hace con la confianza de que Dios nunca abandona a los suyos. Y lo hace abandonándose en los brazos de Dios en unión con Cristo crucificado y con la Madre oferente al pie de la cruz.

Los cristianos cabales no se escandalizan de la cruz ni profieren maldiciones desde las cruces que la vida les depara. Antes bien, saben que hemos sido redimidos por la Cruz de Cristo y si sufrimos con Él, abrazando la cruz de cada día, también reinaremos con Él por toda la eternidad.

La Divina Eucaristía es la prolongación en la historia de la cruz de Cristo elevada en el Monte Calvario en la tarde del Viernes Santo.

¡Cristo Jesús, que se humilla voluntariamente en la Eucaristía! ¡Cristo Jesús que renueva y perpetúa su Sacrificio redentor en los altares católicos por las manos y el ministerio de sus Sacerdotes!

¡Cristo Jesús que desde nuestros tabernáculos espera y ansía almas que se unan a Él en el ofrecimiento de sus trabajos y penalidades, en el ofrecimiento de su propia vida!

Adoremus in aeternum sanctissimun Sacramentum!

P. Manuel María de Jesús