LA MUJER DEL ESPÍRITU A FLOR DE PIEL
Los pies son el símbolo de la orientación fundamental de la vida, los que nos llevan a donde elegimos ir, los que nos acercan y nos alejan de las personas y lugares, los que nos mantienen en pie.
Los pies son el símbolo de la orientación fundamental de la vida, los que nos llevan a donde elegimos ir, los que nos acercan y nos alejan de las personas y lugares, los que nos mantienen en pie.
Mis pies transitaron ese largo camino que va desde la fe recibida a la fe acogida personalmente,
desde ser la madre de Jesús a convertirme en discípula suya, desde la fe judía a la fe cristiana.
El primer paso en esta peregrinación fue
permanecer firme en la escucha de la Palabra de Dios.
No salí huyendo aunque tuve miedo, sino que me mantuve presente y activa diciendo libremente:
“aquí estoy”. Desde ese momento aprendí que la fe es salida y encuentro.
La fe se hizo en mí movimiento y mis pasos culminaron en un encuentro que se transformó en gozo compartido.
Transité los caminos de la cotidianidad queriendo llenarlos de sentido. Peregriné en oscuridades sin entender muchas veces, con el corazón dolorido en ocasiones, exultando de gozo otras.
Mis pies fueron aprendiendo a hacerse samaritanos, próximos a quienes tenían necesidad, aunque esta fuese de vino para la fiesta. Sobre todo, aprendí a permanecer firme cuando el dolor externo me visitó viendo morir a mi hijo.
Al pie de la cruz aprendí un camino imprescindible para ser cristiano.; el camino del perdón.
El último tramo del camino de mi fe fue el de la vuelta a la comunidad. Seguir a Jesús en un camino comunitario: aprender a ser hija amada de Dios y hermana de mis hermanas y hermanos. Allí, con toda la comunidad, recibí el Espíritu que puso en mis pies pasión misionera.
Te invito a que contemples los caminos que transitan tus pies, que reconozcas los pasos equivocados. Haz que toda tu vida sea un continuo peregrinaje hacia la fe en Jesús, en la Iglesia, con una fuerte pasión: ser seguidora.
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Teresa Couso Carballude (Dorotea), nos sugiere esta reflexión extraida
de "Cuerpo Espiritual" de Emma Martínez Ocaña, Ed. Narcea 2009