La lanzada y el recibir en los brazos a Jesús ya muerto
La gota última rozó tu mano
y sentiste un mortal escalofrío.
sea la escoria del desierto humano?
El beso último limpió su frente
y tus labios levantaron una espina.
¿Cómo es posible que la Luz divina
pueda apagarse tan tempranamente?
Lo diste vivo y te lo damos muerto.
Lo diste sol y te lo damos sombra,
como premio final a su aventura.
Un desfile de nubes sin concierto.
Una tarde sin luz que al cielo asombra,
y una Madre deshecha de amargura.
Elpidio Ruiz Herrero
Vilanova de Arousa