Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. 
El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, 
porque separados de mí, nada pueden hacer. 
Pero el que no permanece en mí, 
es como el sarmiento que se tira y se seca;
es como el sarmiento que se tira y se seca;
después se recoge, se arroja al fuego y arde. 
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, 
pidan lo que quieran y lo obtendrán. 
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, 
y así sean mis discípulos. 
