
La escena no solo me provocó una sonrisa y elevó mi espíritu dominguero, sino que me hizo consciente de la importancia que tiene en nuestro desarrollo y éxito, a todos los niveles, contar con la presencia, ánimo y apoyo de personas que crean en nosotros: en nuestro potencial, en nuestra valía, en nuestra grandeza; percibiendo incluso lo que aún no se ve; dándonos ese empujón tan necesario cuando nos paralizan las dudas y el miedo; tendiéndonos la mano para ayudarnos a subir cuando estamos abajo; abrazándonos cuando nos sentimos solos, consolándonos ante la decepción y el fracaso y poniendo a nuestra entera disposición su presencia, conocimientos, experiencia y oreja, sin condición, solo por amor.
Y recordar la Regla de Oro: tratar al otro como queremos ser tratados.
¡Vamos, tú si que puedes!
Ana Novo