Paseaban el maestro y su discípulo por la ciudad y se detuvieron ante una tienda cuyo escaparate estaba repleto de jaulas con pájaros multicolores.
Tras contemplar unos instantes las aves el maestro preguntó:
- ¿Quién ama más a los pájaros: el que los tiene en una jaula, los cuida, les da de comer, impide que le ocurra ningún mal, o el que los deja en libertad?
El discípulo respondió sin titubear:
El que los deja en libertad…
Sonrió el maestro y dijo:
Pero en libertad se han de buscar el alimento y están expuestos a mil y un peligros…
- Sí -apuntó el discípulo- Pero así son ellos mismos. Existen para ser libres…
Guardó silencio el maestro y luego añadió:
Lo mismo a hecho Dios con nosotros. Podía tenernos controlados. Procurar que no nos falte nada. Librarnos de todos los peligros. Impedir que sufriéramos… Pero nos ha hecho libres. Hemos de espabilarnos para vivir. Estamos expuestos al sufrimientos y somos capaces de hacer el mal. Y no aceptamos que eso lo ha hecho precisamente porque nos ama… Somos raros los hombres…
Y siguieron paseando por la ciudad…