“En un mundo en el que todos piensan sólo en comer, en hacer dinero, en divertirse y en mandar, es necesario que haya quien de vez en cuando refresque la visión de las cosas, que haga sentir lo extraordinario en las cosas ordinarias, el misterio y la belleza que se ocultan bajo el velo de la realidad cotidiana” (Giovanni Papini).
El gran escritor argentino Jorge Luis Borges confesó una vez su amor por Giovanni Papini “injustamente olvidado”. Efectivamente, superando la (aparente?) indignación constante, la voz del autor florentino se mercería resonar en nuestros tiempos tan grises y aburridos, en los que predomina el “comer, hacer dinero, divertirse y mandar” cita perteneciente a esa especie de autobiografía o diario existencial llamado“Un hombre acabado” (1913). Es como una llamada a “despertar” de la mediocridad cotidiana.
Es significativo que tanto Cristo como San Pablo empleen la sustancia de esta imagen. «Vigilad, estad despiertos... Es hora de despertarse del sueño... La noche avanza, y el día está cerca... Revistámonos de las armas de la luz». La saciedad, la indiferencia, la superficialidad que se extienden como un manto de niebla en la sociedad contemporánea han de ser disueltos por una voz potente que nos despierte, que inquiete las conciencias, que suscite preguntas sobre el sentido y que - como dice Papini de manera eficaz y viva- “haga sentir lo extraordinario en las cosas ordinarias, el misterio y la belleza que se ocultan bajo el velo de la realidad cotidiana”