«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?» (n. 160). Esta pregunta está en el centro de Laudato Si’, la esperada encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común que vio la luz el 18 de junio. Y continúa: «Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario», y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social.
El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular P. Ignacio Núñez de Castro S.J. y el catedrático de Ecología de la UMA Juan Lucena ayudan a entender las claves de la nueva encíclica del papa Francisco. - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014044343/laudato-si-que-tipo-de-mundo-queremos-dejar-a-nuestros-hijos/#sthash.sSIJeKJo.dpuf
Para el padre Núñez de Castro, «es cierto que el tema de la ecología se ha tratado ya muchas veces en distintos documentos eclesiales, pero aquí tiene una llamada muy especial. No va a dejar indiferente a nadie».
En la encíclica, el Papa explica la interpretación equivocada del Génesis que ha llevado en muchas ocasiones a hacer un mal uso del dominio del ser humano sobre la creación. «La forma correcta de interpretar el concepto del ser humano como “señor” del universo –dice Francisco– consiste en entenderlo como administrador responsable».
«Desgraciadamente, lo de “dominad la tierra” se ha entendido en clave de derecho romano, señala el padre Núñez de Castro. Es el ius utendi et abutendi (derecho a usar y abusar); pero en la misma Biblia encontramos que Dios hizo al hombre para “regir el mundo con santidad y justicia, y para administrar justicia con rectitud de corazón”. Y claro, eso no es usar y abusar sino todo lo contrario. Es verdad que hay un antropocentrismo bíblico, pero hay que matizarlo con toda la literatura sapiencial, los salmos... La Biblia hay que leerla siempre en su conjunto».
Además de una fuerte llamada de atención a los gobiernos, los políticos y al mundo financiero e industrial, el Papa se dirige a los ciudadanos de a pie. «A lo largo de toda la encíclica, nos llama a la austeridad –afirma el jesuita malagueño–. No podemos seguir derrochando. Todo lo que se derrocha va en perjuicio de los demás». Por su parte, el profesor Lucena, afirma que «no somos todos igual de responsables. Repartir la responsabilidad de todo lo que está ocurriendo en el mundo no puede hacerse proporcionalmente al número de habitantes del sitio, sino que la jerarquía del poder político y económico fundamentalmente está muy por encima. Son mucho más responsables que la gente del pueblo llano».
Muchos otros temas como la relación de la contaminación con la pobreza, la manipulación genética, el impacto de la tecnología, el consumismo o la incongruencia de quien defiende la naturaleza mientras que justifica el aborto son desarrollados con gran habilidad divugativa por la encíclica. Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común, lectura obligada para este verano.
El problema del agua, prioritario para el Papa
Uno de los problemas denunciados por el Papa con mayor ahínco en su encíclica es el del agua. «Es previsible –señala– que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo». Los profesores Núñez de Castro y Lucena confirman este aspecto. «Hay una mitología grande en torno al agua –afirma Lucena– en el sentido de que el agua es infinita en el tiempo. Pero, como un mineral que es, tiene su propia limitación, sobre todo cuando la contaminamos. Y se entiende que el agua no puede poner nunca límites al desarrollo. Este es otro tremendo error. Me estoy refiriendo claramente a que de donde no hay no se puede sacar y el crecimiento tiene que tener un límite».
Núñez de Castro, por su parte, señala que «el agua es el principio de la vida. Todos los seres vivos, en un tanto por ciento muy elevado, estamos compuestos por el agua. Si no hay agua no hay vida y el agua, además, en unas condiciones determinadas. El estudio del agua que hace el Papa en el texto es muy profundo. Generalmente, la encíclica no ha querido soportar con su palabra hipótesis científicas definitivas. Cuando hay una hipótesis se refiere en una nota diciendo “esto es una hipótesis” o cuando hay un problema que está en discusión se refiere también. Generalmente, la encíclica trata de soliviantar la conciencia humana. Es decir, nos dice que no nos podemos quedar tranquilos en el momento actual».
Antonio Moreno Ruíz. Periodista de la Diócesis de Málaga