El ser humano ha sido diseñado para vivir en familia. Es algo que percibimos desde la niñez cuando formamos parte de un hogar con papá y mamá. En ella comenzamos a tener nuestro espacio y nuestras responsabilidades. Luego, cuando somos adultos, muchos de nosotros empezamos a construir una familia con la persona adecuada. Ya lo decía el Papa Francisco en el inicio del más reciente Sínodo de las Familias: “Éste es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca”.
A pesar del pedido del Papa, hoy vivimos en un tiempo durísimo para la institución familiar. Es común encontrarnos con hogares divididos: niños que crecen con muchas heridas, sin un amor sólido y consistente. Incluso también encontramos familias “bien constituidas” pero que viven un fuerte individualismo, con padres enfocados casi exclusivamente en sutrabajo, en sus gustos y desenfocados de la preocupación y el cuidado de los suyos. Tristemente estas actitudes van minando sueños, distorsionando anhelos y menguando la posibilidad de que nuestros futuros adultos tengan una idea verdadera de cómo construir lo que será su propia familia.
El video presentado en este post, Un llamado a la batalla, es un cortometraje realizado por la Arquidiócesis de Phoenix que trata sobre la “crisis de la masculinidad” y nos presenta una aproximación a la realidad actual de la familia desde la perspectiva del hombre, dando luces sobre cuál debe ser su rol y las acciones que está llamado a tomar para defender y proteger lo suyo.