Suelen ser dos las razones por las que a veces nos enfadamos, o bien porque hemos hecho algo mal o bien porque alguien nos ha hecho alguna faena. En el primero de los casos no sirve de nada enfadarnos con nosotros mismos, no soluciona nada. Lo que tenemos que hacer es corregir, aprender e intentar no volver a meter la pata en el mismo asunto.
Tampoco sirve de nada enfadarse si es que alguien nos ha ofendido o se ha comportado mal con nosotros. ¿Para qué? Si nos pide perdón perdonarle y si no, tener en cuenta que el problema no lo tenemos nosotros sino la persona que nos ha ofendido. Nosotros solo sufrimos las consecuencias de su actitud. Tenemos que ser dueños de nuestra vida y de nuestro carácter. “Quien te enfada te controla” leí una vez. Y tiene toda la razón ese dicho. Nuestro buen humor no puede depender de actitudes de terceros.
Enfadarse no sirve de nada. No merece la pena. Además, estando enfadados creamos mal ambiente a nuestro alrededor. Es mejor que los demás estén rodeados de caras sonrientes y no de caras enfadadas. Además, si enfadándonos se resolviera algún asunto, mi consejo sería “enfádate”. Pero como no se resuelve nada y además crea problemas alrededor nuestro, mejor no enfadarse.