De lo que empezó con el pequeño gesto de recoger tapones de plástico para ayudar a un niño con problemas de movilidad, se ha convertido en una de las campañas solidarias y ambientales más grandes del mundo.
De todos los tamaños, de colores, miles de tapones llegan a las plantas de reciclaje con un único objetivo: ayudar a quien más lo necesita.
Estamos hablando de la campaña “Tapones para una nueva vida”, un proyecto solidario y ambiental de reciclado de tapones, destinado a facilitar a niños sin recursos un tratamiento médico no reglado en el sistema sanitario o materiales que les permitan paliar los problemas físicos que padecen y que no puedan obtener por otros medios.
Todo empezó cuando en 2011 cuando la madre de Iker, un niño bilbaíno con para enfermedad rara (atrofia muscular espinal), recogía tapones de plástico para recaudar dinero y poder comprar una silla especial un sofisticado y caro aparato ortopédico que le permitiese estar de pie durante unas horas al día, y con ello desarrollar sus órganos vitales con normalidad.
Carrito en mano, la madre de Iker se dedicaba el día a recoger tapones de plástico de los supermercados, tiendas, bares, restaurantes, etc para conseguir el máximo número de tapones. Pero no estaba sola: vecinos y amigos se volcaron en ayudarla a recolectar.
La Fundación SEUR se sumó a recoger y transportar la friolera de 20 toneladas tapones de plástico a una recicladora, y se pudo ayudar a esta familia. A partir de ahí es cuando se creó “Tapones para una nueva Vida“en colaboración con numerosas empresas y entidades. Una de estas entidades es la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT) que colaborando desde 2015 con la Fundación SEUR.
Gracias a este acuerdo, que se ha vuelto a renovar hoy, la EMT ha reciclado 4.375.000 tapones o lo que es lo mismo, 8.750 kilos de tapones de todo tipo de envases y han evitado la emisión de 13.125 kilos de CO2 a la atmósfera.
Con los tapones de plastico recogidos han aportado 1.750 euros a los 247.012 euros obtenidos en el periodo 2015-2017, lo que ha permitido que 44 niños y niñas, como Martina, Ger o Izan, hayan podido disponer de sus tratamientos médicos u ortopédicos no cubiertos por el sistema público sanitario.
Se trata, por tanto, de una campaña con un doble objetivo: social y medioambiental. En la vertiente social supone una ayuda para niños y jóvenes hasta 18 años que necesitan un tratamiento, una intervención quirúrgica o un aparato ortopédico y que no tienen recursos para acceder a ellos. En la vertiente medioambiental, este proyecto supone una acción intensiva de reciclaje que evita el vertido de miles de toneladas de plásticos al entorno.
Desde que se inició el programa “Tapones para una nueva vida”, Fundación SEUR, con la colaboración de todas las organizaciones implicadas hasta ahora en el proyecto, ha ayudado a 139 niños gracias al reciclado de 4.000 toneladas de tapones de plástico (suficientes para llenar 13 piscinas olímpicas).
De conciencia eco
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