El tiempo de Navidad, que estamos a punto de concluir, está marcado por
unas celebraciones fundamentales que podrían ser como rutilantes estrellas de
una noche de ensueño:
a) – El día 25, la celebración que tuvimos para vivir y conmemorar el
nacimiento de Jesucristo, nos invita a soñar que este año 2019 va a ser el año
en el que esperamos y deseamos que la “SALVACIÓN” (la salud del alma y del
cuerpo) inunde a todas las mujeres y hombres de buena voluntad de un modo
particular y a todo el mundo, de un modo general.
b) Domingo 20, día de la Sagrada familia, celebramos aquello que nos
recuerda y manifiesta la grandeza en la sencillez, de una familia que desde
aquel momento de hace más de 2000 años sería y será modelo de la familia
cristiana, en la que como fuente divina se origina y nace el amor que es Dios
en Cristo Jesús su hijo en una familia humana.
c) El primer día del Año Nuevo, día de la verdadera y autentica paz, ¿Por qué no puede ser este 2019 el año de
mayor paz interior en los seres humanos paz en las familias, pueblo y naciones
de toda la tierra? Confiamos y deseamos la mejor paz y concordia para todos y
para todas las naciones del mundo.
d) La manifestación de Jesucristo, como luz y salvación de toda la
humanidad, reconocida en los Magos que vienen de Oriente, como el resto del
mundo en gentiles y paganos, bien podría ser como un anuncio profética de un
año de de más encuentro y acercamiento al Dios de todos los hombres y mujeres
de esta sociedad de la época robótica e informática.
e) Y finalmente LA FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS, que celebraremos en
domingo 13 de enero y que concluye el Tiempo de Navidad e inicia el Tiempo
Ordinario, podíamos verlo como anticipo de un año que esperamos lleno de oro y
plata como símbolo de los 25 años (bodas de plata) de la llegada a esta
comunidad parroquial del Párroco con la Comunidad de las Religiosas Doroteas,
para seguir anunciando y manifestando con sus vidas y mensajes la presencia del
Dios de Jesucristo que anida en nuestros corazones.
Ojalá que este año que se nos antoja “UN AÑO PARA SOÑAR”, se transformen
estos sueños en frutos reales de auténtica vida cristiana.