30 nov 2019

EL REINO DE DIOS


Se abren las puertas al ciclo litúrgico “A”.


Un ciclo litúrgico abarca el tiempo de todo un curso que va desde el mes de Diciembre hasta Diciembre del año siguiente. A lo largo de todo este curso se van sucediendo unos tiempos especiales que nos invitan a los fieles creyentes, a vivir, reflexionar y celebrar los misterios de nuestra salvación acaecidos en la persona de Jesucristo.


        EL ADVIENTO, con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, es un tiempo de cuatro semanas,  de espera y de preparación para la navidad en la que vivimos y celebramos de nuevo el nacimiento del Dios hecho hombre nacido de la mujer inmaculada.
Luego llega el tiempo de la cuaresma,  cuarenta días de penitencia oración y ayuno de profunda preparación para celebrar durante cincuenta días la Pascua Cristiana o la pasión, muerte y resurrección de Cristo salvador del mundo.
Con las solemnidades de la Ascensión, Corpus Cristi, Pentecostés y la Santísima Trinidad, se concluyen esos tiempos especiales del ciclo para dar paso y volver de nuevo al Tiempo Ordinario.

       La liturgia del ciclo “A”, nos pone como base el evangelio de San Mateo, que junto con los evangelios de San Marcos y San Lucas llamados sipnóticos, pues tienen una estructura similar a diferencia del de San Juan, nos ofrecen como tema fundamental “el Reino de Dios o Reino de los Cielos”.

        El reino de los cielos en la predicación de Jesucristo es la instauración de la soberanía divina mediante el reconocimiento del Dios que envía a su Hijo para salvar al mundo. Por eso se le llama a este evangelio de San Mateo, el evangelio del reino que ha trazado en el sermón de la montaña, con las Bienaventuranzas, el programa del camino cristiano (Mt. 5,1-12).

        Asimismo, el Espíritu del reino nos implicará en hacer las obras de justicia (limosna, oración y ayuno) mirando solo al Padre celestial. A este propósito el evangelio trae la oración “el Padre nuestro” (Mt.6, 9-13) como modelo de oración del cristiano.

    El ciclo “A”, pues, además de capacitarnos en la fe en el Señor, de conformarnos en una comunidad cristiana, nos capacita, sobre todo, para vivir en la esperanza de que las promesas que Cristo ha hecho con nosotros, se cumplirán.

Te daré las llaves del reino de los cielos, lo que ates en la tierra queda atado en los cielos, y lo desates en la tierra quedara desatado en los cielos. (Mt 16, 19)