Santiago ahora mismo tiene una dimensión que incluso va más allá de la propia Europa. Sin lugar a dudas, Santiago, aquella categoría, la conciencia de que Europa se hizo peregrinando a Santiago. De alguna manera no cabe duda, el camino y los caminos de Santiago, han hecho posible que Europa se extienda, se expanda desde el punto de vista religioso, histórico, cultural. Pero ahora mismo Santiago, si uno se acerca ahora mismo a la Plaza del Obradoiro, comprueba la dimensión universal extraordinaria, de rostros, de lenguas. A Santiago siguen peregrinando mayoritariamente europeos, pero la presencia latinoamericana, norteamericana o del Lejano Oriente es muy notable. Aquí vienen y peregrinan coreanos, japoneses, australianos… Ahora mismo hay un polo de atracción, con distintas motivaciones: la religiosa creyente es predominante, pero cuando hablamos de camino, tenemos que hablar de experiencias vitales. La vida es un camino diario, es un camino semanal, es un camino año a año, y por tanto, vivir una experiencia de un camino físico, es lo singular de Santiago. Hay otros centros de peregrinación, pero ese llegar aquí, haciendo un camino como elemento previo a llegar a esa meta que es Santiago, es algo que tiene una dimensión universal indiscutible.
Presencia y memoria del Apóstol entre nosotros:
Partimos de que efectivamente hay una tradición firme y sólida de su presencia y su memoria entre nosotros. Ahí está esa fiesta que nos recuerda, una vez más, a un discípulo con nombre propio, un testigo que nos enlaza directamente con Aquel que le dijo a ellos, venid, yo os haré pescadores, id y anunciad. Creo que en el apóstol Santiago todos encontramos que esa llamada sigue siendo contemporánea para nosotros en este siglo XXI. En este año 2024, el Señor nos sigue enviando a ser Buena Noticia, como lo fue el apóstol Santiago, desde tierras lejanas hasta este Finisterre. A mí me gusta decir que aquí el mundo no acaba, aquí el horizonte comienza. Y con el apóstol Santiago el horizonte va evangelizando.