18 ene 2011

CONTEMPLAMOS A MARÍA DE NAZARET

LA MUJER DEL ESPÍRITU A FLOR DE PIEL

Las manos son el símbolo del hacer, de la ternura, del ofrecer, del acoger, del ayudar. Fui aprendiendo a hacer de ellas un lugar para la vida.


Realicé con amor las tareas sencillas de la casa y el arte del cuidado; todo lo llené de sentido, ternura y creatividad. Hice de mis manos un espacio para la caricia y el abrazo compartido. Aprendí lentamente a saber ofrecer, que es distinto de dar, dejando a la otra persona la libertad para recibir o no el don.

También hice de mis manos, simbólicamente, un lugar para tejer, con otras manos,
el manto de la solidaridad, muchas veces con la sensación de estar poniendo,
solamente, pequeños remiendos, pero desde la certeza de que,
unidos a otros sirven para tapar desnudeces,
abrigar el frío, envolver protegiendo.
Pequeños remiendos que no solucionan el problema del mundo,
pero lo van haciendo más habitable y más fraterno.

Mis manos fueron expresión de mi duro aprendizaje para saber
acoger lo que la vida me ofrecía y me quitaba.
Al pie de la cruz, acogí una nueva familia, acogí a mi hijo,
muerto injustamente, en mis brazos.
Acogí también, con mi nueva familia, la venida del Espíritu
que nos confirmó en la experiencia de que la vida es más fuerte que la muerte

Te invito a que hagas de tus manos, manos parteras de vida, manos capaces de ofrecer y recibir, de acoger el dolor y el gozo de la vida cotidiana.
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Teresa Couso Carballude (Dorotea), nos sugiere esta reflexión extraida
de "Cuerpo Espiritual" de Emma Martínez Ocaña, Ed. Narcea 2009