La palabra
"discreción" arrastra un cortejo de virtudes y de distintos valores, como la
prudencia, el tacto, la mesura, el respeto, la sensibilidad. La discreción,
sobre todo, va del brazo de la reserva, que a su vez tiene por consorte el pudor
el sentido más amplio de la palabra. De hecho existe una intimidad personal, que
ahora se llama privacidad, pero que es algo más profundo porque abarca historia
secreta, interior, exclusiva, vivida por cada uno nosotros. Esta se suele
guardar en el hondón del alma para siempre; pero puede ser nada como señal de
confidencia absoluta otra persona con la que uno está unido por un vínculo de
amor o amistad. Precisamente por eso, violar semejante confesión es un acto
impúdico, una tradición, un sacrilegio respecto a esa realidad sagrada que es
precisamente el amor auténtico. Vicente Huerta