¡Ven, Espíritu Santo, crea en nosotros un corazón nuevo! Hemos endurecido nuestros corazones como una piedra a causa de nuestro pertinaz orgullo, la violencia finamente perpetrada, las grandes o pequeñas ambiciones que perseguimos a toda costa. Cada día condenamos al Inocente a una muerte infame, cuando nos mueve un principio distinto de el del amor. El mal que hacemos, quizás sin darnos cuenta, aplasta hoy a los inocentes.
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¡Ven, Espíritu Santo, crea en nosotros un corazón nuevo! Dulce huésped del alma, ayúdanos a descubrir el origen del Humilde que soportó en silencio la iniquidad de todos nosotros sin avergonzarse de llamarnos "hermanos". Confórmanos a él para que comprendamos la gracia de vivir como hijos del único Padre, enviados por él con Cristo a llevar el amor a todo ser humano.