“El que no ama, no conoce a Dios –dice San Juan– porqueDios es amor” (1 Jn 4,8). Esta es una de las afirmaciones más sustanciosas de la Biblia. Dios se revela como Amor y se nos muestra en la Sagrada Escritura bajo las distintas formas de amor: como amigo, como padre, como hermano, como esposo... Depende de nosotros sacar las últimas consecuencias de este planteamiento: el cristianismo es una constante invitación a amar, también con la amistad. La persona humana, está llamada a ser amada y a amar con un amor de benevolencia que caracteriza a las buenas amistades, es decir, desinteresadamente, buscando la felicidad del otro. Ya lo dijo Aristóteles: “la más sublime forma de amistad es la que se parece al amor que uno siente por uno mismo”. Este amor puro y perfecto sirve para realizar a la persona, tanto si da como si recibe. Este es el mensaje cristiano.
“¿Regalo, don, entrega?
Símbolo puro, signo
de que me quiero dar(...)
cómo quisiera ser eso que te doy
y no quien te lo da (...)”.
Del Blog serpersona.info