Después de reunirse con los
Apóstoles en el Cenáculo, Jesús tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo
dio, diciendo: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será
entregado por vosotros». Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les
dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre
de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los
hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».