3 nov 2018

Quien tiene un amigo tiene un tesoro

Los clásicos consideraban la amistad como uno de los bienes más excelentes. Los testimonios son numerosísimos. Así, oímos decir a Sócrates: «Preferiría un amigo a todos los tesoros de Darío, tan grande es mi deseo de amistad». Y Aristóteles: «La amistad no sólo es algo necesario, sino también algo hermoso; efectivamente, alabamos a los que aman a sus amigos, y el tener muchos amigos se considera como una de las mejores cosas». Y Cicerónconfiesa: «Fuera de la sabiduría, nada mejor le ha sido dado al hombre por los dioses; sin amistad no hay vida digna de un hombre libre».















La amistad es, desde luego, uno de los dones más excelentes de la vida humana, un auténtico regalo, una bendición que tiene algo de fortuito y de inmerecido. El filósofo y ensayista francés Gabriel Marcel desarrolló toda una filosofía del «encuentro». Pensaba que tenía que haber algo de eterno en esos encuentros en los que se inicia la amistad, que nos proporcionan un bien tan excelente. No pueden ser —pensaba él—fruto de la mera casualidad. 

«A los antiguos —dice C.S. Lewis en un estupendo ensayo—, la amistad les parecía el más feliz y plenamente humano de todos los amores: coronación de la vida y escuela de virtudes. El mundo moderno en cambio, la ignora». Quizá sea exagerado decir que la ignora, porque existe un difundido anhelo de amistad. Todo el mundo desea tener amigos, y se considera una gran suerte tenerlos, pero no se sabe muy bien cómo se pueden lograr. Parece una lotería, y probablemente lo es en alguna medida. Pero también hay algo que podemos hacer por nuestra parte. Por eso cabe arte, como en cualquier otra cosa donde hay libertad. Vendrá bien detenerse a pensarlo.
Juan Luis Lorda
Del serpersona.info