JESUCRISTO ES EL HIJO DE DIOS QUE SE ENCARNÓ,
EN EL SER HUMANO PARA CONDUCIRNOS
COMO
PEREGRINOS EN TINIEBLAS AL ESPLENDOR DE LA FE.
CAMINAMOS EN SU LUZ Y EN EL CARIÑO DE LA MADRE MARÍA,
CARA A LA PASCUA ETERNA...
La liturgia que celebramos los cristianos es
un reflejo de nuestra propia vida.
A
lo largo de todo el año, vamos viviendo y celebrando conjuntamente nuestro
nacer (Navidad), nuestro crecer (Tiempo Ordinario), nuestro padecer (Cuaresma)
y nuestros éxitos y triunfo final en Cristo resucitado (Pascua).
El tiempo cumbre, pues, es el tiempo
de la Pascua y tiene dos momentos distintos pero complementarios:
LA
CUARESMA es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua.
Tiempo de profunda escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de
preparación y memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los
hermanos, de recurrir más frecuentemente
a los medios de la penitencia cristiana, de la oración del ayuno y de la
limosna (Mt. 6, 1-6).
Comenzaremos
este tiempo el miércoles día 26 de Febrero con la imposición de la ceniza.
LA
PASCUA es el tiempo litúrgico que nos invita a vivir y celebrar ese
acontecimiento cumbre de nuestra historia de salvación como es la Resurrección
y la Glorificación de Cristo, el Dios hecho hombre.
Este
tiempo que va desde ahora hasta la Pascua es como el último trayecto de nuestro
caminar con la liturgia, para que no olvidemos ese otro caminar real de nuestra
existencia por el desierto de esta vida hasta llegar un día, a la plenitud de
la PASCUA ETERNA en CRISTO RESUCITADO.
La
celebración litúrgica de la Pascua comenzará despues de introducirnos con el
TRIDUO PASCUAL, el domingo día 12 de Abril y concluirá cincuenta días después
con la celebración de la Solemnidad de PENTECOSTÉS, el 31 de Mayo.