Y llegó el
25 de Marzo de 1858, festividad de la anunciación. Se aparece de nuevo la
Señora, y ante la reiterativa insistencia de Bernadette: ¿Quién soy vos?, la
Señora sonríe y contesta: Yo soy la
Inmaculada Concepción.
El Beato Papa Pio IX había declarado
dogma de fe la inmaculada Concepción de María el 8 de Diciembre de 1854. Pero
aquella pequeña muchacha analfabeta ni se había enterado de la definición
dogmatica, y por eso no sabía lo que significaban aquellas palabras de la
Señora. Se fue corriendo hacia la casa rectoral y le repitió la Sr. Cura
Párroco aquellas oscuras palabras, que gravó en su mente al repetirlas
asiduamente para no olvidarlas.
El sacerdote las relacionó con la
declaración dogmatica de la Inmaculada Concepción de Santa María, que había
tenido lugar hacía poco más de tres años. ¡Imposible que Bernadette hubiera
inventado aquellas palabras! El párroco comienza a ponerse ahora al lado de la
vidente, y será quién la defienda ante el obispo y ante las autoridades civiles
para iniciar la construcción de una capilla. Aquella enigmática auto definición
de la Señora es la palabra más importante de todas las apariciones de Lourdes y
la que luego figuraría en la corona de la imagen de la gruta.
La Iglesia tardaría en reconocer la
sobrenaturalidad de las apariciones, y las autoridades civiles continuarían sus
pesquisas, atentas, sobre todo, a cuestiones de orden publico. Pero Lourdes era
y sería ya, para siempre, un lugar de peregrinaciones, de oración, de
penitencia y de presencia sobre todo de enfermos al encuentro de Dios por medio
de María.
Por eso este día fue declarado por
la Iglesia con la jornada mundial de los enfermos.