19 oct 2019

Boletín especial 25 años:Inserción Religiosas Doroteas



Evangelio día 20: Domingo XXIX del tiempo ordinario.

Evangelio por Odres Nuevos

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
"Pide con insistencia a Papá,
somos sus niños mimados"
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Palabra del Señor
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (18,1-8
)

¿SEGUIMOS CREYENDO EN LA JUSTICIA?

Lucas narra una breve parábola indicándonos que Jesús la contó para explicar a sus discípulos «cómo tenían que orar siempre sin desanimarse». Este tema es muy querido al evangelista que, en varias ocasiones, repite la misma idea. Como es natural, la parábola ha sido leída casi siempre como una invitación a cuidar la perseverancia de nuestra oración a Dios.
Sin embargo, si observamos el contenido del relato y la conclusión del mismo Jesús, vemos que la clave de la parábola es la sed de justicia. Hasta cuatro veces se repite la expresión «hacer justicia». Más que modelo de oración, la viuda del relato es ejemplo admirable de lucha por la justicia en medio de una sociedad corrupta que abusa de los más débiles.
El primer personaje de la parábola es un juez que «ni teme a Dios ni le importan los hombres». Es la encarnación exacta de la corrupción que denuncian repetidamente los profetas: los poderosos no temen la justicia de Dios y no respetan la dignidad ni los derechos de los pobres. No son casos aislados. Los profetas denuncian la corrupción del sistema judicial en Israel y la estructura machista de aquella sociedad patriarcal.
El segundo personaje es una viuda indefensa en medio de una sociedad injusta. Por una parte, vive sufriendo los atropellos de un «adversario» más poderoso que ella. Por otra, es víctima de un juez al que no le importa en absoluto su persona ni su sufrimiento. Así viven millones de mujeres de todos los tiempos en la mayoría de los pueblos.
En la conclusión de la parábola, Jesús no habla de la oración. Antes que nada, pide confianza en la justicia de Dios: «¿No hará Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?». Estos elegidos no son «los miembros de la Iglesia» sino los pobres de todos los pueblos que claman pidiendo justicia. De ellos es el reino de Dios.
Luego, Jesús hace una pregunta que es todo un desafío para sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». No está pensando en la fe como adhesión doctrinal, sino en la fe que alienta la actuación de la viuda, modelo de indignación, resistencia activa y coraje para reclamar justicia a los corruptos.
¿Es esta la fe y la oración de los cristianos satisfechos de las sociedades del bienestar? Seguramente, tiene razón J. B. Metz cuando denuncia que en la espiritualidad cristiana hay demasiados cánticos y pocos gritos de indignación, demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo más humano, demasiado consuelo y poca hambre de justicia.

CUERDAS

11 oct 2019

Contra Francisco...



Hace ya tiempo que surgen voces contrarias a la figura de Francisco. Desde prácticamente el comienzo del pontificado, miembros de la jerarquía, pero también católicos de a pie han dedicado palabras y tiempo a desacreditar a un hombre que, si algo ha traído a la Iglesia es, al menos, ganas de renovarse. Cada gesto, cada palabra, cada declaración es furibundamente atacada por guardianes de las esencias que tratan de imponer una visión del Evangelio que se aleja con mucho de los pobres o los vulnerables.

El rigorismo moral, la tradición como fin y no como medio, la liturgia como realidad inamovible, carente de contextos, situaciones y personas. Toda una ristra de normas y leyes que espantan a los alejados y asfixian a los que se acercan. Al Papa se le ataca por no hacerse eco de todo esto y, además, criticarlo duramente.

Vivimos tiempos proféticos. La Iglesia, como institución humana, se encuentra en franco declive numérico. Su influencia social disminuye, al mismo ritmo que disminuyen los practicantes. Eso en Occidente. Resulta que hay otras realidades donde la Iglesia crece joven y fresca. Donde no hay miedo a la innovación pastoral y litúrgica. Donde, sin esconder el mensaje, el diálogo con otras realidades se mezcla con la fe en Jesús. Y funciona.

En esta Europa vieja y desencantada, las denuncias sociales de Francisco son recibidas por una parte de la sociedad laica como un soplo de esperanza. Pero siempre quedan reductos de personas o instituciones que creen sobrevivir al invasor, cuando en realidad lo que hacen es dar la espalda a los hermanos en necesidad. Que piensan que un Sínodo en que se hacen gestos o se respeta y se celebra la tradición de los pueblos originales es menos eclesial. Ofendidos porque el Papa defiende que no es tan importante llevar clergyman si se deja de lado la caridad.

Medios de comunicación que acusan al Papa de tener no sé cuáles intereses económicos por exigir una Europa en acogida con los migrantes del Mediterráneos. Por convocar un Sínodo para situar a la Iglesia en contexto de defensa del medio natural y de los pueblos indígenas. Por pedir ejercer la ternura con una mujer que aborta, en lugar de condenarla, sin perder de vista la enorme lacra del aborto. Por señalar a los que encubren casos de pederastia y abusos y entregar a los culpables a la justicia, defendiendo a las víctimas, acogiéndoles y escuchándoles. Por querer limpiar la corrupción fiscal en el Vaticano. Por reclamar que los pobres –los pobres materiales, los que mueren de hambre, las víctimas, los que huyen de la guerra– estén en el centro de la Iglesia.

Ahora decidme, ¿dónde está lo antievangélico? Explicadme qué palabras del Papa van contra qué artículo de la moral católica más original. Mostradme, con el Evangelio en la mano, en qué gesto el Papa es herético o irrespetuoso. Y si no se encuentra, ¿por qué le golpeáis?

Evangelio día 13: Domingo XXVIII del tiempo ordinario

"Encontrarte, dejarme limpiar y volver a ti agradecido... me salva" 

https://odresnuevos.es/

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (17,11-19
)

CREER SIN AGRADECER

El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría. Pero, esta vez, no se detiene Lucas en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos.
Jesús ha pedido a los leprosos que se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita integrarse en la sociedad. Pero uno de ellos, de origen samaritano, al ver que está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús. Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente: podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe. Necesita encontrarse con Jesús.
Vuelve «alabando a Dios a grandes gritos». Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en Dios. Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla Jesús. No lo olvidará jamás. En adelante vivirá dando gracias a Dios. La alabará gritando con todas sus fuerzas. Todos han de saber que se siente amado por él.
Al encontrarse con Jesús, «se echa a sus pies dándole gracias». Sus compañeros han seguido su camino para encontrarse con los sacerdotes, pero él sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está aquí junto a él dándole gracias. En Jesús ha encontrado el mejor regalo de Dios.
Al concluir el relato, Jesús toma la palabra y hace tres preguntas expresando su sorpresa y tristeza ante lo ocurrido. No están dirigidas al samaritano que tiene a sus pies. Recogen el mensaje que Lucas quiere que se escuche en las comunidades cristianas.
«¿No han quedado limpios los diez?». ¿No se han curado todos? ¿Por qué no reconocen lo que han recibido de Jesús? «Los otros nueve, ¿dónde están?». ¿Por qué no están allí? ¿Por qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias Dios casi nunca? ¿Por qué no sienten un agradecimiento especial hacia Jesús? ¿No lo conocen? ¿No significa nada nuevo para ellos?
«¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?». ¿Por qué hay personas alejadas de la práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por él? Benedicto XVI advertía hace unos años que un agnóstico en búsqueda puede estar más cerca de Dios que un cristiano rutinario que lo es solo por tradición o herencia. Una fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma.

8 oct 2019

10 ideas para evitar el plástico en casa

BAG

Muchos productos del hogar, como las escobillas de baño, los guantes de limpieza o las bolsas de basura, pueden reciclables

Hoy casi todo nos invita a pensar en el cambio climático, en reducir las emisiones de CO2 de efecto invernadero y dejar de consumir plásticos y sustituirlos por materiales biodegradables. Hay cumbres mundiales organizadas por las Naciones Unidas, simposios en casi todas las universidades, conferencias, artículos de prensa… Y a veces pensamos ¿qué puedo hacer yo? ¿cómo puedo contribuir a mejorar nuestro planeta, del que somos administradores, no dueños, como dice el papa Francisco en su encíclica “Laudato sí”?

Damos algunas imaginativas ideas para reducir el plástico en nuestra vida diaria, en nuestras casas, como ha publicado el National Geographic, obra de Paula González. Paula pertenece al movimiento Slow life, vivir sin estrés.

1.- Detergente de la ropa. – El detergente se vende en botellas de plástico. Sin embargo, existen las nueces de lavado, un limpiador ecológico y muy económico. Puede usarse hasta tres veces antes de tirarlo al contenedor. Proceden del árbol del jabón, muy común en Nepal y la India, cuya cáscara contiene saponina. En contacto con el agua limpia sin olor y suaviza la ropa, con lo que ahorramos suavizante. Se utiliza a granel y el envase puede ser de metal.



SODIUM BICARBONATE
2.- Productos de limpieza. – No solo el detergente de la ropa se vende a granel, existen prácticamente todo tipo de limpiadores del hogar en tiendas especializadas. En cualquier caso, para mantener la casa limpia no hacen falta grandes cantidades de desinfectantes. Una buena mezcla de bicarbonato y limón o vinagre permite limpiar suelos, azulejos y superficies grasas.


SPONGE
Mcyjerry-(CC BY 2.0)

3.- Estropajo  – Los estropajos están hechos de plástico que no se puede reciclar. El estropajo se va gastando y las partículas de plástico van al desagüe y de ahí a los ríos y al mar. La alternativa ecológica son los cepillos de madera o las esponjas de luffa. La luffa son un género de plantas de la familia de las calabazas (cucurbitáceas). Hay también estropajos de cobre para una suciedad profunda.



ICE
4.- Cubiteras de hielo. – La alternativa a las bolsas o cubitos de plástico son las bandejas de metal o las de silicona que son incluso más resistentes.

DISHWASHINGJoe Strupek-(CC BY-ND 2.0)







5.- Guantes de plástico. – Son totalmente prescindibles para limpiar los platos. Basta usar un jabón que no dañe a las manos para las personas con piel sensible.





MATCHES

6.- Encendedores. – Los encendedores que se usan para las cocinas de gas o para encender las velas en la iglesia o en un espacio íntimo en una habitación pueden cambiarse los encendedores por cerillas de madera.

COOKWARE
7.- Utensilios de cocina. – Los de plástico son baratos, pero duran menos. La alternativa ecológica son los utensilios de cocina de acero inoxidable, que los hay resistentes al calor y antiadherentes, que duran mucho más que los de plástico. 

WASHING
8.- Servilletas. – Tanto las servilletas de papel como el papel de cocina se venden en envasados de plástico, y como se consumen con rapidez, el consumo de plástico es alto. La alternativa son las servilletas de tela o los trapos de toalla para secar las superficies húmedas en la cocina.

PINS

9.- Pinzas para la ropa. – Las pinzas de plástico tienen una vida bastante corta. Son mejor las pinzas de madera, que tienen la misma o mayor resistencia que las de plástico, no contaminan y son reciclables.



TOOTHBRUSH10.- Cepillos de dientes. – La alternativa a los cepillos de plástico son los cepillos de bambú, que son biodegradables. Se pueden encontrar cepillos de bambú con cerdas de nylon procedente del aceite de ricino y no contaminan nada.

5 oct 2019

El video del Papa - Octubre 2019



PRIMAVERA MISIONERA DE LA IGLESIA

“Hoy, es necesario un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia para afrontar el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado.


Llegar a las periferias, a los ambientes humanos, culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio: en esto consiste lo que llamamos missio ad gentes.
Y recordar que el corazón de la misión de la Iglesia es la oración.
Este Mes Misionero Extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo.”
El Video del Papa difunde cada mes las intenciones de oración del Santo Padre por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia.
Por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) https://www.popesprayer.va/es/

EVANGELIO DÍA 6: Domingo XXVII del tiempo ordinario

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe».
El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería. ¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor





Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (17,5-10
)

¿SOMOS CREYENTES?

Jesús les había repetido en diversas ocasiones: «¡Qué pequeña es vuestra fe!». Los discípulos no protestan. Saben que tienen razón. Llevan bastante tiempo junto a él. Lo ven entregado totalmente al Proyecto de Dios: solo piensa en hacer el bien; solo vive para hacer la vida de todos más digna y más humana. ¿Lo podrán seguir hasta el final?
Según Lucas, en un momento determinado, los discípulos le dicen a Jesús: «Auméntanos la fe». Sienten que su fe es pequeña y débil. Necesitan confiar más en Dios y creer más en Jesús. No le entienden muy bien, pero no le discuten. Hacen justamente lo más importante: pedirle ayuda para que haga crecer su fe.
Nosotros hablamos de creyentes y no creyentes, como si fueran dos grupos bien definidos: unos tienen fe, otros no. En realidad, no es así. Casi siempre, en el corazón humano hay, a la vez, un creyente y un no creyente. Por eso, también los que nos llamamos «cristianos» nos hemos de preguntar: ¿Somos realmente creyentes? ¿Quién es Dios para nosotros? ¿Lo amamos? ¿Es él quien dirige nuestra vida?
La fe puede debilitarse en nosotros sin que nunca nos haya asaltado una duda. Si no la cuidamos, puede irse diluyendo poco a poco en nuestro interior para quedar reducida sencillamente a una costumbre que no nos atrevemos a abandonar por si acaso. Distraídos por mil cosas, ya no acertamos a comunicarnos con Dios. Vivimos prácticamente sin él.
¿Qué podemos hacer? En realidad, no se necesitan grandes cosas. Es inútil que nos hagamos propósitos extraordinarios pues seguramente no los vamos a cumplir. Lo primero es rezar como aquel desconocido que un día se acercó a Jesús y le dijo: «Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi incredulidad». Es bueno repetirlas con corazón sencillo. Dios nos entiende. Él despertará nuestra fe.
No hemos de hablar con Dios como si estuviera fuera de nosotros. Está dentro. Lo mejor es cerrar los ojos y quedarnos en silencio para sentir y acoger su Presencia. Tampoco nos hemos de entretener en pensar en él, como si estuviera solo en nuestra cabeza. Está en lo íntimo de nuestro ser. Lo hemos de buscar en nuestro corazón.
Lo importante es insistir hasta tener una primera experiencia, aunque sea pobre, aunque solo dure unos instantes. Si un día percibimos que no estamos solos en la vida, si captamos que somos amados por Dios sin merecerlo, todo cambiará. No importa que hayamos vivido olvidados de él. Creer en Dios es, antes que nada, confiar en el amor que nos tiene.

LA TENTACIÓN

       
      Siento si seguimos dándole vueltas a lo mismo, pero es que es tan profundamente serio lo que estamos viviendo que cuesta callar y volver la mirada, aunque la tentación sea querer estar ya hoy en Albanta, huir de país o de planeta.
       Días atrás un amigo me regaló una canción de Aute que desconocía, Albanta. «Yo sé que allí, allí donde tú dices, no existen hombres que mandan, porque no existen fantasmas, y amar es la flor más perfecta que crece en tu jardín en Albanta». Y hoy pensaba que ahí, ahí donde yo como cristiana sueño, ese país quiero construir, pero no huir. Aquel mismo día una amiga me regaló una de las oraciones de Pedro Casaldáliga: «Es tarde, pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer futuro. Es tarde, pero somos nosotros esta hora tardía».
       Y es ahí donde quiero llegar, más allá de la presunción de inocencia o de la críticas a políticos, duques o nuestro vecino de al lado, sin olvidarnos de nosotros mismos, que puede que sea el mejor lugar para empezar. Es aquí y ahora donde tenemos que decidir y construir como cristianos. No es hora de desconfiar de todo, de agarrarnos al comportamiento de otros para justificar nuestra dejadez, es aquí y ahora, donde tenemos que construir y dar una señal distinta. Y sigue Pedro: «Es tarde, pero es madrugada si insistimos un poco». La tentación es huir, pero la llamada valiente es ayudar a construir Albanta o aquel país donde tú dices.
Ana Vázquez Ponzone.

CARTA A LOS SACERDOTES

A mis hermanos presbíteros.


(…) quiero escribirles esta carta, no sólo a los párrocos sino también a todos ustedes hermanos presbíteros que sin hacer ruido “lo dejan todo” para estar empeñados en el día a día

(…) expuestos a un sinfín de situaciones, “dan la cara” cotidianamente y sin darse tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado. Me dirijo a cada uno de ustedes que, tantas veces, de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente

(…) Como ustedes saben estamos firmemente comprometidos con la puesta en marcha de las reformas necesarias para impulsar, desde la raíz, una cultura basada en el cuidado pastoral de manera tal que la cultura del abuso no encuentre espacio para desarrollarse y, menos aún, perpetuarse.

(…) Estoy convencido de que, en la medida en que seamos fieles a la voluntad de Dios, los tiempos de purificación eclesial que vivimos nos harán más alegres y sencillos y serán, en un futuro no lejano, muy fecundos.

(…) La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor. Es bueno volver una y otra vez sobre esos pasajes evangélicos donde vemos a Jesús rezar, elegir y llamar «para que estén con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3, 14).

(…) El agradecimiento siempre es un “arma poderosa”. Sólo si somos capaces de contemplar y agradecer (…) dejaremos al Espíritu regalarnos ese aire fresco capaz de renovar (y no emparchar) nuestra vida y misión

(…) Gracias por la alegría con la que han sabido entregar sus vidas (…) Gracias por buscar fortalecer los vínculos de fraternidad y amistad en el presbiterio y con vuestro obispo, sosteniéndose mutuamente, cuidando al que está enfermo, buscando al que se aísla, animando y aprendiendo la sabiduría del anciano, compartiendo los bienes, sabiendo reír y llorar juntos, ¡cuán necesarios son estos espacios!

(…) No se aíslen de su gente y de los presbiterios o comunidades. Menos aún se enclaustren en grupos cerrados y elitistas. Esto, en el fondo, asfixia y envenena el alma (…) “estar en salida” nos lleva a caminar «a veces delante, a veces en medio y a veces detrás (…) porque el pueblo tiene “olfato”. Tiene olfato en encontrar nuevas sendas para el camino, tiene el “sensus fidei” (cf. LG 12).

(…) contemplar a María. Ella, mujer de corazón traspasado (cf. Lc 2, 35), nos enseña la alabanza capaz de abrir la mirada al futuro y devolver la esperanza al presente. Toda su vida quedó condensada en su canto de alabanza (cf. Lc 1, 46-55) que también somos invitados a entonar como promesa de plenitud.

Mirar a María es volver «a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes»

(…) miremos a María para que limpie nuestra mirada de toda “pelusa” que puede estar impidiéndonos ser atentos y despiertos para contemplar y celebrar a Cristo que vive en medio de su Pueblo.

(…) La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la “piedra viva” (cf. 1P 2, 4): 
Jesús resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él…

Fraternalmente, Francisco
Roma, junto a San Juan de Letrán, 4 de agosto de 2019.

Memoria litúrgica del santo Cura de Ars.