La vida me regaló
un corazón grande, amoroso, tierno.
un corazón grande, amoroso, tierno.
Amé a José, mi esposo, profundamente.
Amé y gocé con Jesús, mi hijo amado;
disfruté enseñándole a crecer.
Amé creando vínculos sin miedos ni tabúes,
creé lazos familiares y vecinales.
Cultivé un corazón contemplativo
guardaba y rumiaba las palabras
que el Dios de la vida me iba susurrando en cada acontecimiento.
guardaba y rumiaba las palabras
que el Dios de la vida me iba susurrando en cada acontecimiento.
Muchas veces, sin entender, dejaba reposar, serenar y esperar que se me fuese revelando,
en lo más profundo de mi corazón, el sentido último de lo que acontecía.
Mi corazón supo de amor, de pasión, de compasión,
de perdón y de agradecimiento.
Cuida tu corazón; que siempre esté cerca de tu tesoro…
Teresa Couso Carballude (Dorotea), nos sugiere esta reflexión extraida
de "Cuerpo Espiritual" de Emma Martínez Ocaña, Ed. Narcea 2009