Con la fiesta del Bautismo
del Señor (domingo 11 de enero) CERRAMOS EL TIEMPO DE NAVIDAD
Y ABRIMOS EL TIEMPO ORDINARIO
Aquel hombre estaba lleno de orgullo y satisfacción, había sido Padre. Por su cabeza sólo circulaban proyectos para la nueva criatura, sueños que no había alcanzado y que podían hacerse realidad en su descendencia; pero lo que más le importaba es que fuese feliz en esa vida que empezaba.
Aquel hombre estaba lleno de orgullo y satisfacción, había sido Padre. Por su cabeza sólo circulaban proyectos para la nueva criatura, sueños que no había alcanzado y que podían hacerse realidad en su descendencia; pero lo que más le importaba es que fuese feliz en esa vida que empezaba.
La formación que había ido
adquiriendo unas veces de forma reglada, otras autodidacta y, la mayoría de las fundamentales, por
propia experiencia de la vida, le hacía intuir que el verdadero camino a la
felicidad pasaba por ser persona. Ser persona en toda su plenitud,
desarrollando todas las potencias del ser humano, física, mental y
espiritualmente. Creándose un proyecto de vida y disfrutar cumpliendo etapas.
Lo inscribiría en los mejores
colegios en los mejores cursos, en las mejores asociaciones… Lo educaría, o
encargaría que lo educaran, en los mejores valores.
Por todo ello, también por la
tradición familiar, dio los pasos necesarios para celebrar su nacimiento por el
bautizo, invitaría a los amigos y familiares, daría una buena comida. Fue a
informarse a la parroquia más cercana, alguna vez había aparecido por allí, y
se dirigió al cura para ultimar los detalles.
Fue interesante aquello de
comentar los valores humanos, que nada malo le iba a reportar a su hijo; fue entretenida la explicación del rito, así
se enteraría mejor y podría saber qué tenía que hacer en cada momento… Pero,
cuando le preguntaron que de qué le había servido su bautismo quedó perplejo.
- De pronto comprendió que su Padre Dios había tenido para él los mismos sentimientos que se despertaron en él para con su criatura, que le había creado un plan de vida que le permitiría ser persona, en una familia, con un proyecto y un compromiso, y se había quedado guardado en su corazón como quedó guardado el botón de cristianar en el cajón de la cómoda. Y pensó: ¿Cómo podría yo revitalizar mi bautismo?