Dice Sócrates: “Desciende a las profundidades de ti mismo y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace uno mismo con la buena conducta”.
Interesante asociación de ideas: felicidad y buena conducta. Hacer el bien nos hace mejores y más felices. No es la sociedad lo que nos hace malos, sino nuestras decisiones equivocadas. No busquemos la felicidad fuera de nosotros, la llevamos dentro y la experimentamos en el ejercicio de la bondad, haciéndola aflorar mediante el ejercicio del bien.
La maldad, en cambio es fuente de desdicha e infelicidad. La mala conducta puede producir placer, pero no auténtica felicidad. Si queremos ser más felices no esperemos que cambien las circunstancias: cambiemos nosotros mismos.