Para este año 2016 se nos
ofrecen dos acontecimientos religiosos importantes muy relacionados entre si.
Uno de estos acontecimientos
que se produce a nivel de Iglesia Universal, es decir, en todas las partes del orbe
católico es el Año Jubilar de la Ternura
y de la Misericordia de Dios, promulgado por el Papa Francisco.
El
otro promulgado por nuestros obispos el titular Don Julian Barrio y el auxiliar
Don Jesús Fernández, es nuestro Sínodo Diocesano con ya casi tres años de
trabajo y reflexión cristiana y pastoral, en no muchas parroquias de la
diócesis.
La
parroquia, en palabras del Papa Francisco, no es una estructura caduca, puesto
que tiene una gran plasticidad, sin embargo, es necesario renovarla para que
produzca frutos de cercanía a la gente, de comunión, de participación y de
misión (confrontar Ev. G. nº 28).
Para
renovar la parroquia no hay que hacer cosas especiales ni esperar a las
propuestas sinodales, sino recuperar en lo que ya estamos haciendo de un modo
creativo sus rasgos fundamentales como son:
·
LA COMUNIÓN- desde una permanente educación y acción parroquial
desde la fe, la esperanza y el amor.
·
LA LITURGIA – desde unas celebraciones dignas bien preparadas y
atractivas…
·
EL TESTIMONIO – Los hombres y mujeres por la resurrección de
Cristo Jesús.
·
Y EL SERVICIO – haciendo ya sínodo con un cambio profundo de
mentalidad en los sacerdotes, religiosos, religiosas, institutos y laicos… una
Iglesia “petrificada”, estancada, inmovilizada… en una pastoral de cristiandad
no puede, o por lo menos le será muy difícil renovarse y regenerarse en la
comunión, en la liturgia, en el testimonio y en el servicio misionero.