6 abr 2016

SER PEREGRINO

        EL HOMBRE DE DIOS


La peregrinación en cuanto gesto simboliza nuestra propia existencia humana y cristiana. Arraigada  en lo más profundo de nuestro corazón, refleja con especial transparencia nuestro anhelo de encuentro y nuestra apertura a lo trascendente.
De alguna manera es expresión de estar caminando hacia aquello que constituye la plenitud de nuestra existencia sobre esta tierra.
Buscamos la felicidad. Somos Peregrinos.
Caminamos errantes sin hallar reposo pues nuestros anhelos rebosan las fronteras de la vida terrena.

EL RIESGO DE CREER
Como en toda aventura “ser peregrino comporta una cuota inevitable de inseguridad y riesgo. Ella se acrecienta por la conciencia de nuestra debilidad y nuestro pecado” (Puebla 266).   Es una experiencia parecida a la del navegante que se lanza a alejarse de la orilla y atraviesa el océano, con la confianza de que tras el horizonte encontrara la isla que oculta el tesoro invalorable. Partimos a la aventura de un destino invisible, sin contar con un testimonio sensible de nuestro destino.

    CAMINO DE CONVERSIÓN


A Lo largo de la peregrinación se da en nosotros una innegable transformación. El cansancio, el desgaste físico, las seguridades dejadas atrás, las distancia recorridas, la lejanía de a rutina cotidiana, la incursión en tierra extraña, son elementos que nos van introduciendo en una dinámica de despojamiento de todo aquello que nos instala. En medio del camino nuestro corazón se hace más sensible a la presencia de Dios, nos hacemos más transparentes a nosotros mismos, nuestros oídos se abren a la naturaleza, a la vida, al humano.
PERSEVERAR EN LA TENTACIÓN
    Ante la tentación de abandonar y querer dejarlo todo, solo hay dos alternativas:     Una es el sucumbir al absurdo alejamiento de Dios y de todo y la otra es perseverar   firmemente en asumir la tentación como un reto, como una ocasión de            crecimiento y consolidación de los propósitos hechos. La tentación se convierte en    una lucha. Así como el pecado deshumaniza al hombre, el tiempo sobre la tentación  nos hace más humanos..

Teresa Couso.