Megan Nye, quien escribe desde Nueva Jersey para Our Sunday Visitor, recién publicó un interesante recuento de variadas formas como la gente ocupada puede conversar con Dios a lo largo de una día plagado de citas, trabajo y ocupaciones. Se dirige a las personas que creen que su trabajo no les deja punto de respiro para acordarse de hacerle tiempo al Creador.
1 Comienza bien el día. Tu jornada podría comenzar con una estampida y no acabar hasta que caigas, colapsado, en la cama. Pon tú mismo un comienzo en el curso correcto del día comenzándolo con una lectura espiritual al lado del plato de cereal.
2 Pon una alarma. Usas la alarma del reloj para despertar. Algunos la usan para detenerse a intervalos del día y ponerse de pie o estirar un poco las piernas. ¿Por qué no hacer lo mismo con la salud espiritual que con la salud física? Pon alarmas a lo largo del día para que te recuerden rezar, hablar con Dios, aunque sean pocas palabras.
3 Utiliza tu viaje. Habla con Dios en el coche. Si puedes platicar con un acompañante mientras conduces, ¿por qué no podrías hacerlo con Dios? Si vas en un transporte público, tienes la oportunidad para establecer una conversación silenciosa con tu salvador.
Del Blog Ideas para orar