Algunas sugerencias que pueden favorecer el diálogo:
• Ánimo abierto, mostrarse acogedor, cordial, interesado en el tema.
• Mantener una actitud respetuosa: el cristiano debe «aprender a venerar la imagen de Dios que hay en todo hombre».
• Facilitar la confianza con la mirada y la actitud: «esa confianza es la que permite a quien habla abrir las puertas a las profundidades de su intimidad».
• Escuchar con atención, dejar hablar, intervenir cuando es oportuno sin cortes bruscos.
• Evitar expresiones inadecuadas: vulgares o groseras.
• Mantener el pensamiento en el tema que se trata y no en el trabajo que espera al llegar a casa.
• Hablar con veracidad.
• Decir las cosas con sencillez y claridad.
• Evitar a toda costa las discusiones y el tono violento, impositivo, autoritario, desentonado.
• Hacerse cargo de la situación emocional del otro.
• Tener en cuenta que ciertas conversaciones requieren un lugar tranquilo, apartado.
• Una conversación debe terminarse bien; es decir, que ambas partes se queden contentas de haber hablado, de haber compartido, que se queden con deseo de reunirse otra vez. Y esto a pesar de que haya cuestiones en las que no están de acuerdo: las diferencias no separan si están por medio el afecto, el respeto y la confianza.