vida social y política a la luz de la radicalidad evangélica, que, a juicio de Francisco, está llamada a inspirar y transformar el pensamiento y la conducta de los cristianos también en este terreno
Incluso en medios que rara vez se hacen eco de asuntos de la Iglesia, las encíclicas sociales de los Papas despiertan interés, porque ofrecen una interpretación de la realidad social a la luz del Evangelio, sin descender a las polémicas partidistas que suelen protagonizar el debate político en cada país. Precisamente cuando el partidismo exasperado constituye uno de los factores que más deterioran la concordia social, esa clase de reflexión, por su altura de miras, interpela no solo a los creyentes, sino también a cualquier persona preocupada por generar un entorno social y político más humano.
Al igual que un "padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo" (Mt, 15, 52), en esta clase de documentos los Papas acostumbran a poner el foco en los aspectos del mensaje cristiano que permiten iluminar mejor una realidad social de suyo cambiante. En un contexto mundial marcado por una evidente polarización social y política, por la "globalización de la indiferencia", por crecientes desigualdades económicas y sociales, por el descarte generalizado de personas consideradas improductivas, por conflictos identitarios exacerbados, por el rebrote del racismo y la xenofobia, y, en definitiva, por el retroceso práctico del reconocimiento universal de los derechos humanos, Francisco ha dedicado esta carta a la "Fraternidad y a la amistad social"; y, entre las muchas facetas de la fraternidad cristiana, ha querido resaltar expresamente una: la apertura a todos.
Recordando que el cristiano está llamado a fomentar la amistad social, y, por tanto, a contribuir a la construcción de la humanidad común, su reflexión encuentra eco más allá de las fronteras de la Iglesia católica y otras confesiones cristianas; de hecho, Francisco ha querido resaltar el estímulo que supuso para él su encuentro en 2019 con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, y confía decididamente en la común humanidad y la amistad como lugar de encuentro entre creyentes y no creyentes: desde la profundidad de su fe cristiana, tomando como pauta la parábola del Buen Samaritano, el Papa no vacila en hacer causa común con todos aquellos que se empeñan sinceramente en hacerse prójimos de los demás, superando egoísmos personales o grupales, para abrirse a los otros y construir un mundo más solidario y justo, por diversas que sean sus convicciones. Porque estamos todos en el mismo barco.
En este sentido, no es casual que el título de la encíclica refleje las palabras con las que San Francisco de Asís se dirigía a sus hermanos: subraya así la continuidad con la Laudato si’, cuyo título evocaba el Cántico en el que el Santo de Asís, alabando al Creador, se refería a las criaturas todas de la tierra como hermanas: pues si él "se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne". Una vez más, pues, el Papa Francisco invita a dirigir la mirada al Poverello de Asís, que "sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos", para reenfocar nuestra manera de abordar la vida social y política.
De hecho, Fratelli Tutti constituye una invitación a imaginar la construcción y el desarrollo de la vida social y política a la luz de esa radicalidad evangélica, que, a juicio de Francisco, está llamada a inspirar y transformar el pensamiento y la conducta de los cristianos también en este terreno. En efecto: entrelazando su pensamiento con el de Benedicto XVI, quien en 2009 dedicó su encíclica Caritas in Veritate, a la orientación humana de la globalización, Francisco subraya: "Todos los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40)". Esto supone reconocer que "el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor". Por esa razón, el amor no sólo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sino también en "las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas". (n. 181).
Desde la consolidación de los vínculos sociales cotidianos hasta el modo de enfocar las relaciones internacionales, pasando por la recuperación de un sentido noble de la actividad política, son muchos los temas que se iluminan a partir de tales principios; muchos los retos que, tanto en el plano del pensamiento como de la acción, se abren para quienes quieran acoger el mensaje contenido en estas páginas. En todo caso, revisar nuestras prácticas sociales y políticas conforme al ideal de la amistad social resulta imperativo.
Ana Marta González González, Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras e investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. Miembro Ordinario de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.
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