2 jul 2010

UN PADRE AGRADECIDO

MI EXPERIENCIA COMO PADRE EN LA PREPARACIÓN DE
LA PRIMERA COMUNIÓN.
Me pide Teresa que si puedo hacerle un resumen de mi experiencia como padre, la verdad, lo primero que me viene a la cabeza, es el compromiso de intentar hacerlo lo mejor posible, pero después reconozco que solo el detalle de que pidan tu reflexión me resume el interés que muestran desde la parroquia , las personas que con un increíble compromiso y responsabilidad se preocupan de que nuestros hijos traten de ser mejores personas, más humanas, más reflexivas y con mayor capacidad de análisis, ante todo lo que nos bombardea la sociedad de consumo que nos rodea en la que cada vez se le da menos importancia al ser humano, a pararse a hablar tranquilamente, a preocuparse de cómo se siente la persona que tenemos enfrente…
Dándole muchas vueltas, en realidad me gustaría comenzar por relatar cómo sería mi experiencia como padre que no hubiese asistido a la preparación.
Unas de las cosas que quizás pensaría serían…
-Cuatro semanas de preparaciones… que larga, con la de cosas que yo tengo que hacer y preparar para el día de la fiesta…
-Otra sería seguramente, que van a enseñarles cosas que total no les van a servir para nada en el futuro porque en realidad la clave en adelante es ser más competitivo, más profesional, más capacitado…
-Otra que tal vez con los problemas que tienen algunos integrantes de la Iglesia, no deberían dar lecciones a nadie de lo que deben o no deben hacer…
Pero casi por casualidad, pues fue aprovechando que estaba de baja y podría asistir al menos durante unos días, me encontré sumido en las clases de preparación
Aunque ya todos conocemos la forma de ser y de explicar las cosas que tiene D. Antonio, no deja de sorprender la felicidad que desprende al estar entre los niños y puedo transmitir que los niños sienten exactamente lo mismo por él y lo digo sin prejuicio, pues yo soy el primer sorprendido, desde el más despierto al más despistado, desde el más inocente al más “golfo”, porque una de las primeras cosas que me llamaron la atención es que los niños siguen siendo exactamente igual que hace treinta años, cuando éramos nosotros los que íbamos a hacer la Primera Comunión, les encanta el barullo, la confusión, cuchichear, llamar la atención, contemplar “ las moscas” … pero ¡hay¡ cuando “Tucho” como le llaman cariñosamente los niños, empieza a cantar todos, todos los niños son UNO…. es sorprendente la admiración que tienen por su párroco…
Una de las cosas que más me sorprendieron, es ver lo preparado que tienen cada semana con un tema específico y cada día con un capítulo, en el cual se expone el contenido de forma que los niños, no solo lo entiendan y comprendan sino que intenten participar y aplicarlo en el futuro…primero inmediato (el mismo día) y luego a lo largo de sus vidas…
Lo que yo sentí o siento es difícil de explicar, pero lo que me gustaría es que los demás pudiesen experimentar lo mismo, lo fácil que resultaría convivir en el mundo aplicando algo tan sencillo como vivir en COMUNIÓN, que en palabras de D. Antonio no es más que aprender a amar y perdonar… tenemos la suerte de contar con un párroco que con su sencillez y claridad nos explicaba cada día el significado del porque de todo el mensaje del MAESTRO.
Unas semanas después de la Primera Comunión, me voy dando cuenta de aquello que había pronunciado Teresa, “Es el mejor regalo que podéis hacerle a vuestros hijos”, resulta que de algunos regalos –materiales- ya casi no los recuerdan, pero esto es algo que quedará ahí…incluso con los demás niños que estuve en la preparación, es realmente grato ver que cuando te encuentras con uno, aunque no puedan pararse a charlar un rato, te guiñan un ojo en gesto de complicidad…
No queda más que agradecer a todo el equipo de preparación, desde D. Antonio, Teresa –siempre en la sombra pero con una encomiable labor – el equipo de catequistas y de los demás padres y también abuelos que asistieron, la impagable labor que realizan con nuestros hijos… a los que quizás cuando falten o no puedan realizar esta labor se echarán muchísimo más de menos y se reconocerán mucho más sus méritos.
Eulogio Aragunde