Un
camino de oración, penitencia y ayuno.
En el
ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la
Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la
relación entre el sacramento de los “cuarenta días” y los sacramentos de la
iniciación cristiana, o el misterio del “Éxodo”, presente a lo largo de todo el
itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a
centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo en la Cuaresma los fieles
concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.
El
comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza
por el austero símbolo de la Ceniza, que distingue la Liturgia del Miércoles de
Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se
sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el
sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser
redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior,
la Iglesia lo ha conservado como signo
de la rectitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir
en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran
número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este
gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.