El optimismo debe ser realista: su plan debe ser realizable. La posición del optimista es mucho más humana y atrayente que la del pesimista, que no se propone nada y que, además, lo único que presenta son excusas, que son una tapadera fácil de la desidia.
El pesimismo es malo, las excusas no son más que negatividad y pereza, que conducen al derrotismo. Me quedo con el optimista realista, que sabe elaborar y llevar a término proyectos realizables con esfuerzo y responsabilidad.
Así pues, cultivemos la fortaleza para no dejarnos llevar por las excusas. Siempre será más fácil destruir que edificar, dejarse llevar por la corriente que nadar contra ella…