El miércoles día 18, con la imposición de la
ceniza, comenzamos la Cuaresma, tiempo
preparatorio de la Pascua 2015.
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone
a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de
conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con
Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: La oración, el ayuno y la
limosna (cf. Mt 6, 1-6. 16-18). En el
ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la
Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la
relación entre el “sacramento de los
cuarenta días” y los sacramentos de
la iniciación cristiana, o el misterio del “éxodo”, presente a lo largo de
todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que
tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma
los fieles concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.
El comienzo de los cuarenta días de
penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue
la Liturgia del Miércoles de Ceniza.
Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían
a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de
reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la
misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo
ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado
está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles,
que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado
interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la
renovación pascual.