El carbonero común ('Parus major') ha modificado su canto para que pueda oírse más lejos / Foto: Klaus Peter |
La contaminación acústica provocada por las actividades humanas alcanza ya a la mayor parte de parques naturales y reservas y afecta al comportamiento de la vida salvaje.
Durante estos meses veraniegos, y los fines de semana a lo largo de todo el año, cientos de miles de personas huyen de las ciudades y se desplazan a zonas rurales o espacios naturales en busca de silencio y sosiego. Pero apenas quedan ya lugares silenciosos en el mundo presuntamente desarrollado. Especialmente en la superpoblada e industrializada Europa. Incluso las áreas naturales protegidas se ven ya afectadas por elevados niveles de contaminación acústica que afectan a la fauna y la flora que habita en ellos.
Como es previsible, las zonas tranquilas se encuentran principalmente en áreas montañosas, menos ruidosas cuanto mayor es su altitud o su inaccesibilidad, mientras que las costas bajas –hasta los 50 metros de altitud– y las zonas interiores hasta los 200 metros de altitud son las que más decibelios acumulan. El norte es más silencioso que el sur: la península escandinava, especialmente el litoral noruego, y el interior de Islandia concentran el mayor número de las zonas con menos nivel de ruido de Europa, señaladas en los mapas del informe en color azul, que también son relativamente abundantes en la región alpina, mientras la mayor concentración de áreas más ruidosas, de color rojo, se halla en pequeños y densamente habitados países como Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo o los Países Bajos –aunque un 9% del territorio holandés se puede considerar tranquilo–. La pequeña Malta aparece como el país más ruidoso del continente.
Mapa de España del Índice de Tranquilidad Adecuada donde las zonas con menos nivel de ruido están señaladas en azul y las zonas con más contaminación acústica en rojo / Mapa: EEA |
En el mapa de España apenas hay unas cuantas diminutas y aisladas manchas azules en los Pirineos, la Cordillera Cantábrica y algunos rincones de la meseta occidental que delimitan estos lugares que, según los autores del informe, son fundamentales para la salud humana –el ruido provoca unas 10.000 muertes prematuras anuales, un millar de ellas en España, entre los 20 millones de europeos adultos afectados por la exposición excesiva al mismo–, la biodiversidad e incluso la economía: en este sentido se señala que en las zonas tranquilas se estima que las propiedades inmobiliarias se revalorizan o pierden valor en un 0,5% por cada decibelio de más o de menos.