15 jun 2018

Cómo vencer el mal


Del blog serpersona.info

¿Es posible esperar una victoria sobre el mal? ¿Es posible, sobre todo, esperar una victoria sobre el inmenso sufrimiento causado por los hombres con sus acciones injustas? El cristiano da una respuesta positiva a estas preguntas, y no porque disponga de respuestas «racionales» al problema del mal –que es y sigue siendo algo carente de sentido– o de recetas fáciles para eliminarlo, sino porque puede referirse como modelo a Cristo y a su respuesta: sólo es posible vencer al mal contraponiéndole el bien. Dicho con otras palabras: el poder destructor del mal puede ser vencido sustituyéndolo por el «Reino de Dios». Quien en Jesús y a través de Jesús haya reconocido en acción la fuerza del amor de Dios a los hombres será también capaz de disponer de ánimo abierto, de sentir pasión por el hombre y de realizar obras –tal vez pequeñas en apariencia– que dejan entrever, no obstante, la posibilidad de una tierra más justa. 
El anuncio del Reino de Dios, que implica una conversión por parte del hombre, hace aflorar toda la dimensión interpersonal de la vida cristiana: hoy se usa con frecuencia la palabra reconciliación, y, en efecto, ésta es la realidad misteriosa que constituye la Iglesia. La historia de los hombres se presenta por doquier como historia de rupturas, de clausuras, como negación de la comunión y, por ende, como ausencia de salvación. Y en su esfuerzo por encontrar sentido a su propia vida, cada uno de nosotros se debate con esta tentación, y las relaciones que construye están marcadas frecuentemente por el odio, por la violencia, por las divisiones. Ahora bien, referirse a Jesús de Nazaret como «salvador», como alguien que revela el sentido último de la vida humana, implica que el hombre creyente encuentre en él la fuerza para salir de este misterio del mal. Muchos textos del Nuevo Testamento presentan a Jesús como alguien que ha sido invitado por Dios para reconciliar, para establecer la paz. Aceptar a Jesús en nuestra propia vida (eso es, en definitiva, lo que quiere decir creer) significa asimismo aceptar su acción reconciliadora: así se convierte Jesús no sólo en palabra reveladora de sentido, sino en Dios con nosotros, que une a los hombres entre ellos y con el Padre.
Giorgio Zevini